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Es muy cansado tener que hablar continuamente de Pedro Sánchez, nuestro presidente de Gobierno. Aburrido y agotador tela, diría yo. Cada día aparece un nuevo dislate o nace una contorsión del sentido común que obliga a volver sobre el tema y he llegado a la ... conclusión de que es contraproducente. Al tratarse de algo tan habitual se toma ya como si formara parte del ritmo normal de nuestra propia vida. Un poco como el desayuno de todos los días, bueno, quizá sea éste un mal ejemplo con lo que uno disfruta del primer café... diríamos que podría tratarse de desayuno con clavos en lugar de diamantes después de amanecer con arcadas en mitad de una resaca imponente. Así se acerca más.
Es que este hombre y sus insensatas concesiones de dinero y amor a comunistas, separatistas catalanes o a los 'bilduetarras' levanta dolor de cabeza. Es un 'sí es sí' permanente en todo lo que le piden y lo lleva a la práctica legislando a través de 'Proposiciones de Ley' para que nadie pueda reclamar, ni toserle, ni reconvenirle.
Hasta hace poco se conformaba con 'Proyectos de Ley' y entonces le caía algún leve rapapolvo del Consejo de Estado, algún tirón de orejas del gobierno de los jueces o alguna puyita del Banco de España o del Tribunal Constitucional o de algún otro órgano independiente que había por ahí. Ahora, a lo máximo que podemos aspirar es a órganos 'semi-independientes' que dan un poco de 'chicha' y otro poco de 'limoná' porque casi nunca tienen las dos cosas. De lo que ya se han encargado las 'circunstancias'.
Aunque lo sabemos, el presidente sigue, erre que erre, confiando en que al final, entre subvenciones, bailoteo, okupaciones, terraceo, fútbol y otras cosas, la gente olvide los desaguisados. Por ejemplo, ahora que nos han echado de Qatar le han hecho una buena faena: con el 7-0 a Costa Rica, por ejemplo, nos metió el 'sí es sí' sin revisar y la 'sedición' adobada de cuentos chinos sobre lo legislado en otros países. Si hubiésemos llegado a semifinales nos habrían clavado ya al completo lo de la malversación que ahora lo tienen que llevar poco a poco. Aunque con paso firme para que las cosas estén arregladas para las uvas, por cierto, las primeras sin Anne Igartiburu, que no ganamos para disgustos.
Además, todo se hace con una gratuidad inexplicable: la gente cree que es porque así le sostienen todos esos antiespañoles en La Moncloa y no es cierto. Fíjense, estoy seguro que si no les hiciera la más mínima concesión ni les diera un duro, le seguirían votando. Saben bien estos antipatriotas que si sale este presidente de palacio, entra un nuevo inquilino inmediatamente al que le saldrán callos en los nudillos de tanto derogar leyes dando puñetazos en la mesa diciendo ¡se acabó!. Aunque desde luego el trabajo será enorme en los primeros meses de 'estado de alarma', que este sí lo será, recomponiendo, poniendo en pié, reconstruyendo y pagando deudas. El nuevo inquilino tendrá trabajo duro, vamos, como en otras ocasiones, nada nuevo bajo el sol. Bien, pues si se pensaba que hoy íbamos a hablar del presidente del Gobierno, olvídense, deseo hablar de la Navidad, que no existe tema más placentero ni fechas más entrañables que las que están a punto de llegar. Porque cuando la celebramos, todo reverdece: los mejores amigos, los mejores deseos, la mejor mesa... y se olvida uno de todo.
Es que se conmemora el nacimiento de Dios hecho hombre, que llegó con un mensaje infinito de Paz y de Amor. Los españoles, de raíces cristianas, sean creyentes o no, por mucho que nos inunden de bombillas led horteras y figuras de trineos nórdicos, conocemos como el Nacimiento, el Portal de Belén o el trote de los camellos acompasa las celebraciones en nuestras casas. Y algunos privilegiados sabemos que cuando el más pequeño de la familia recuerde a los que no están ya y bendiga la mesa todos juntos, surgirá una profunda emoción en el recuerdo y después una explosión de paz y felicidad infinitas e inexplicables. Algo incomparable.
Les deseamos que se inunden de ello 'hasta las cachas' por mucho que la frase suene irreverente y que 2023 les traiga ventura en preciosos arcones de color índigo. Ese azul bíblico perfecto, puro, magnífico y trascendente difícil de transcribir como cita la Biblia en 49 ocasiones, el 'tékhele' de los hebreos, cargados éstos de toda la prosperidad y el amor que ustedes merecen. Y que aleje a los malos de nosotros. Amén.
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