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Desde el punto de vista del urbanismo está claro que los condicionantes del barrio de Castilla-Hermida son un reto. Es una zona de edificación ... intensiva, muy densa y sin apenas espacios interiores, encorsetada por el ferrocarril y el puerto, y muy condicionada por ser la entrada principal de la ciudad. Es un espacio urbano en el que desemboca una autovía por la circulan más de cien mil vehículos al día. Con estos mimbres parece complicado que pueda darse un espacio urbano de calidad. A pesar de ello, poco a poco el barrio ha ido dando la vuelta a esta situación. Hace mucho que La Marga se convirtió en un parque y los edificios de Tabacalera en equipamientos públicos de calidad. El puerto ya dejó de almacenar carbón al aire libre y tanto los convoyes de mercancías, como la actividad portuaria afectan en menor medida al día a día de los vecinos. Más reciente es el proceso de humanización de los límites entre la ciudad y el puerto, con la creación del paseo marítimo en Marqués de la Hermida y la transformación que está produciéndose en Antonio López. La relación con el ferrocarril, aunque también ha generado espacio público y mejorado las conexiones transversales, siempre ha sido más compleja y está aún sin resolver.
Parece evidente que la mejora del barrio pasa por la mejora de la ciudad y sus grandes infraestructuras de transporte. El actual modelo de movilidad de Santander sigue dependiendo en exceso del vehículo privado, aunque el ayuntamiento está tomando medidas para su transformación. Por su parte, la pandemia global ha puesto en evidencia las carencias de las ciudades y los entornos urbanos, abriendo un proceso de reflexión sobre las prioridades del urbanismo, a las que se ha incorporado claramente la salud. Los beneficios de un cambio en las políticas de movilidad van más allá, al liberar parte del suelo que actualmente ocupa de forma masiva el coche. Se posibilitan con ello actuaciones tendentes a la mejora del espacio público, que inciden igualmente en la creación de un modelo de ciudad saludable. Se favorece la creación de nuevas zonas verdes y la implantación de comercios de barrio. Todo ello fomenta una calle más vivible y promueve estilos de vida menos sedentarios, esenciales para mejorar la salud. Un tratamiento adecuado de los bordes urbanos no solo modifica el paisaje o permite incorporar nuevas dotaciones, sino que origina un efecto transformador global que va más allá del ámbito local y puede dotar al barrio de una nueva identidad. Todos estos aspectos son los que la asociación Los Arenales, en colaboración con los colegios profesionales a los que compete la planificación urbanística, queremos abordar hoy en el Centro Cívico Tabacalera, con la pretensión de dar a conocer las opciones que permitan alcanzar un equilibrio que satisfaga a todos.
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