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Hace unos días me referí a los efectos del uso que hacen las comunidades autónomas de su potestad sobre la modificación de los tipos impositivos, fundamentalmente los referidos al tramo autonómico del IRPF y al Impuesto sobre el Patrimonio.
Las posturas estaban enfrentadas entre ... los que rechazaban de plano la competencia fiscal entre las regiones y los que la defendían como instrumento de libertad y desarrollo. Transcurridas dos semanas desde entonces, la mayoría de los presidentes de las comunidades gobernadas por el PSOE han transmutado su inicial posición de rechazo por la de anuncio de rebajas fiscales de distinto calado.
Los contrarios a que las comunidades autónomas hagan uso de sus legales competencias en política fiscal argumentaron razones como: las regiones ricas tienen más posibilidades de bajar impuestos; es injusto que los españoles paguen distintos tipos tributarios según el lugar donde residan; se rompe la armonización fiscal; se pone en peligro los servicios esenciales... Así, a simple vista, sin profundizar, parecían razones de peso, solo que el tiempo, pocos días, ha demostrado que no lo eran, pues quienes las amparaban han acabado anunciando bajadas de impuestos sin justificar su rápido cambio de criterio.
Los campeones del ataque contra las legítimas decisiones de Madrid y Andalucía de disminuir la carga fiscal a sus ciudadanos fueron el ministro Escrivá, proponiendo la recentralización tributaria, si bien pronto se apartó de su opinión mediante la técnica del «no se me entendió lo que quise decir», y el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, que aprovechó su intervención el Foro organizado por el Diario Montañés para posicionarse, con aparente seriedad y trascendencia, en contra del uso de las potestades fiscales por parte de algunas comunidades. Para apuntalar su reflexión nos recordó a todos los asistentes su pasada ocupación como profesor de economía, enunciando a continuación su creencia en los beneficios de la unidad de mercado y que la existencia de tipos impositivos diferentes en las autonomías solo hacía ir en menoscabo de dicha unidad.
Casi al instante, lo teorizado por Revilla se reveló falto de rigor. En primer lugar, al afirmar que estudiaría una rebaja fiscal porque lo que hacían otras regiones le empujaba a hacerlo. Es evidente que su convicción no era tan firme como intentó hacernos ver. Y en segundo lugar, mucho más obvio aún, porque sostener que la existencia de tipos impositivos diferentes en tributación directa entre las distintas regiones de España va en contra de la unidad de mercado es lo mismo que negar la existencia del Mercado Común Europeo o Mercado Único.
Los países que integran la UE tienen diferentes regímenes de imposición directa. De hecho, únicamente dos, Noruega y Suecia, tienen en su legislación un tributo similar al Impuesto de Patrimonio en España.
Lo tributos que están armonizados en el Mercado Común son los indirectos, que son los que gravan el consumo, la prestación de servicios o las importaciones. En España, respecto a las autonomías, están absolutamente armonizados, al no poder regular estas sus elementos esenciales como son los tipos y las bases. No se preocupe el señor Revilla que disminuir el IRPF a los cántabros no atenta contra la unidad de mercado.
Cuando no se habían silenciado los ecos de la pseudodefensa de la igualdad de todos los españoles en el ámbito de los ingresos fiscales y el amparo de la armonización fiscal, asistimos a la presentación del proyecto de ley de Presupuestos Generales, en los que el Gobierno de España discrimina a los ciudadanos gastando más en unas comunidades que en otras. El criterio utilizado por Sánchez para establecer diferencias entre españoles dependiendo del lugar donde residan, no es la justicia social o favorecer a los más necesitados, sino aprovecharse del poder que otorga manejar el dinero recaudado vía impuestos para comprar el voto favorable a sus Presupuestos, que a su vez benefician a quienes residen en los territorios cuyos partidos le mantienen en la Presidencia.
A los defensores de la armonía fiscal a la hora de sustraer el dinero del bolsillo de los ciudadanos, encabezados por el presidente Revilla, les es indiferente que la devolución del mismo a las personas, mediante el gasto presupuestario, se realice sin criterios equitativos satisfaciendo razones espurias de quién detenta el poder. A aquellos protectores de la igualdad entre los españoles mediante la armonía fiscal no les ha importado en absoluto la desarmonía en el gasto que instaura la diferencia de trato presupuestario entre las regiones de España. ¡Que rápido se desenmascara a quienes utilizan bellas ideas sin creer en ellas!
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