Árnica para el pequeño comercio

Es una situación paradójica. En un tiempo en el que nos domina la imagen, en el que todos fotografiamos y filmamos, las tiendas de fotografía no resisten. No se revelan las fotos, no se almacenan en álbumes convencionales, los aparatos se compran por Amazon... Y para todo esto, el dueño de la tienda tiene que seguir pagando el alquiler del local, acaso a un dependiente, autónomos, gestoría...

El pequeño comercio, el comercio de proximidad, está herido de muerte. Al bajar la persiana, Gelo hijo está finalizando un negocio familiar de tres generaciones. Lo iniciaron su abuelo Horacio y su hermano Ángel en 1944 en José María Pereda, más tarde trasladado abajo del Bulevar en la misma calle donde continuó Gelo padre hasta su jubilación hace 9 años. Pero el nieto del fundador ha dicho basta después de seis años frente a Cuatro Caños. Entre el cierre de Zafer y el de Bustamante, otras aventuras comerciales, con más o menos antigüedad, han desaparecido. Pérdidas económicas, de tejido social, de ilusión y de memoria de la ciudad.