La asombrosa historia del navío del 76 'El Montañés'

Tras una nueva contemplación de las imágenes de Weir, ver navegar por el Cabo de Hornos a la Bounty y deleitarme con el cirujano-naturalista Paul Betanny y el capitán Jack Aubrey interpretando a Boccherini, la fantasía me llevó a 'El Montañés'. En su historia la generosidad y la solidaridad se unen con el amor a la tierra. Sus ideólogos eran conocedores de que el futuro dependía de la tecnología. En aquel tiempo un navío de tres velas y 76 cañones podría ser comparado al mejor de los aviones o trasatlánticos actuales. El desarrollo y el progreso venían por el mar, aquel país que fuese dueño del mar dominaría el mundo. España durante tres siglos asumió ese papel. Se podría hacer la mejor película con su historia, los británicos lo hacen.

Su historia merece ser recordada. El destino reúne en Cádiz en 1789 a los hermanos toranceses Bustamante y Guerra. Francisco, naviero ilustrado y Joseph a punto de iniciar junto Alexandro Malaspina la más importante expedición ilustrada de la Historia de España. Todavía hoy nos asombra aquella gesta.

Joseph necesita implicar a su hermano mayor Francisco, no era difícil. El marino quiere devolver a su tierra y a la Marina todo lo que ella le ha dado, la Montaña, así se conocía a esta tierra, había proporcionado magníficos mimbres en la historia de la navegación de Castilla y de España.

La Montaña se merecía un navío que mostrase su pabellón en todos los mares y en todos los puertos y ese proyecto ilustrado bullía en su cabeza. Crearían una red colectiva financiera contando con los montañeses de Cantabria y de América, más acaudalados. Probablemente concibieron el primer crowdfunding o micromecenazgo conocido. El marino visitaría lugares al otro lado del mar, muchos montañeses buscaban un allí mejor futuro y se entusiasmarían. En Nueva España hablaría con el virrey Revillagigedo con orígenes montañeses, su apoyo sería y fue crucial. Francisco desde España centraría todas las gestiones.

El navío se llamaría 'El Montañés' y en el mascaron de proa, en lugar de un Hércules o una sirena, habría un montañés con todas sus particularidades. El proyecto sería sufragado en su totalidad con caudal montañés y debiera ser mandado, principalmente en actos de guerra, por un marino de esta tierra.

En 1792 el ingeniero Martín de Retamosa el último gran innovador español de arquitectura naval en madera, inicia su construcción en el Astillero del Ferrol. Sería botado en 1794, tenía dos puentes, tres palos e iba armado con 74 cañones. Con un tonelaje de 1.500 toneladas, una eslora a los 52.9 metros, manga de 14.2 metros y puntal de 6.5 metros.

'El Montañés' fue un magnifico barco de guerra, expresión de la alta tecnología naval española, pudiendo compararle con los mejores navíos del mundo. Participó en la guerra del Rosellón contra los franceses revolucionarios y entre 1795 y 1803 navegó por el mar de la China y circunvaló el globo, hazaña al alcance de muy pocos. En 1805 formaba en la batalla de Trafalgar y allí murió heroicamente su capitán, el santanderino Alsedo y Bustamante, junto a Nelson, Gravina, Churruca y Alcalá Galiano.

La borrasca del 6 de marzo de 1810 lo desmanteló en la bahía de Cádiz, en ese momento una escuadra angloespañola con 'El Montañés', rompía el bloqueo francés de la entonces capital de la España enfrentada al Napoleón invasor. Es una historia no demasiado conocida, debe ser recuperada y esto lo ha hecho García Aranzábal, al publicar sus hechos y recordar a las personas que dieron vida al navío que con el nombre de Cantabria se paseó por todos los mares. Su libro sobre 'El Montañés y su tiempo' editado por la editorial Librucos, hace un poco de justicia.