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La Cumbre de la OTAN que Madrid acogerá este miércoles y jueves es la cita más importante de la Alianza Atlántica desde la caída del Muro en 1989, e incluso del 11-S. La agresión del régimen de Putin contra Ucrania y sus connotaciones de ... guerra híbrida -tecnológica, energética, económica, alimentaria e informativa-, así como el alineamiento de China con el propósito del Kremlin de garantizar su seguridad mediante la invasión de un país vecino cuya existencia misma niega, obliga a los aliados occidentales a revisar sus bases estratégicas, a acoger a países limítrofes con Rusia que se mantenían neutrales -Suecia y Finlandia-, y a asegurar la financiación necesaria para afrontar crisis que puedan sucederse en el futuro. Equilibrando para ello el despliegue de dotaciones estables en las fronteras con la disponibilidad de otras que se mantengan en cada país miembro, y la transferencia de fondos nacionales a las cuentas de la OTAN con la posibilidad de apoyar económicamente determinados programas de defensa. Al tiempo que la UE retome su plan de defensa adecuándolo a la reactivación atlantista. La Cumbre de Madrid ha de atender también el flanco Sur. El desplazamiento de las tramas del terrorismo islamista hacia el Sahel no es ninguna novedad. Como no lo es que las potencias occidentales han desatendido tal peligro, con Malí, Níger, Chad y Sudán a expensas de grupos armados y traficantes en medio de conflictos indescifrables.
Es necesario que la nueva estrategia OTAN subraye la defensa de la integridad territorial de cada país miembro como causa de una actuación compartida, sin que ello conste como asunto a resolver en cada caso por unanimidad del Consejo. Ceuta y Melilla han de verse citadas, aunque sea implícitamente, entre los compromisos de esta cumbre. Tanto respecto al reino alauí como, sobre todo, a la confianza que sus ciudadanos requieren en cuanto a su pertenencia a una España miembro de la Alianza Atlántica. Aunque la muerte inexplicada de más de treinta migrantes contra la valla melillense, las pavorosas imágenes de jóvenes subsaharianos deshumanizados por los gendarmes marroquíes ante la indiferencia de las autoridades españolas, es en buena medida reflejo de la opacidad que rodea al cambio operado por Pedro Sánchez. Y no es la mejor carta de presentación para que España reclame de la OTAN una atención específica al flanco Sur. Por mucho que el viraje de Moncloa respecto al Sáhara atendiera a indicaciones de Washington.
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