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Catorce mil seiscientos veintisiete días han transcurrido ya -¡qué barbaridad!, ¡qué rápido pasa el tiempo!- en los que los cántabros hemos disfrutado de una autonomía análoga a la del resto de las regiones españolas que accedieron a la misma por la vía del artículo 143 ... de la Constitución. Transcurrido ese largo periodo de tiempo podemos preguntarnos: ¿Para qué la queríamos? ¿Hemos obtenido lo que de ella esperábamos? Supongo que eso dependerá de las esperanzas que cada uno había puesto en la misma y de lo que ahora constata como realidad.
La autonomía de nuestra región, lo he expresado en diversas ocasiones, tiene un grave problema: nos pone a los cántabros ante nosotros mismos, ya que lo que hagamos o no hagamos depende en gran medida de todos y cada uno de nosotros, pues la misma hace que no valga ya echar la culpa a Madrid, y mucho menos a Valladolid, como hubiéramos podido hacer si hubiésemos formado parte de la comunidad autónoma de Castilla y León.
Como no es cuestión, aquí y ahora, de cuantificar lo obtenido con nuestra autonomía como región uniprovincial veamos algunas de las políticas que podemos realizar, las cuales nos permiten sacar a cada uno nuestras propias conclusiones de lo que en este tiempo hemos hecho o dejado de hacer:
-Organizar una administración sencilla y eficiente, al servicio del ciudadano, al desarrollo de nuestra economía y a atraer nuevas empresas a nuestra región.
-Hacer de Cantabria una región bilingüe, español e inglés, dentro de una formación básica de excelencia, con apoyo decidido a los centros educativos, tanto públicos como concertados, para que todo joven, cuando termine los estudios obligatorios de secundaria, domine ambos idiomas y cuando termine la universidad se maneje con un nivel elevado en un tercer idioma, lo que haría que cualquier empresa que decidiese instalarse en España pensase en nuestra región como una de sus posibles ubicaciones.
-Conseguir una universidad pública de excelencia, con selección y potenciación al máximo de los centros a los que dedicar nuestros siempre limitados recursos, y apoyo a las universidades privadas que quieran instalarse en nuestra comunidad y de las que ya tenemos un buen ejemplo en estos momentos.
-Prestar atención preferente a la investigación, desarrollo e innovación, en colaboración con la universidad, la iniciativa pública y privada.
-Establecer una fiscalidad reducida, capaz de competir con las comunidades de nuestro entorno, con apoyo decidido a los jóvenes emprendedores de nuestra comunidad.
-Reordenar nuestro mapa municipal, formado aun por 102 ayuntamientos y más de quinientas entidades locales, los mismos que había hace cuarenta años con una distribución poblacional y unas comunicaciones hoy bien diferentes.
-Implantar una Formación Profesional de excelencia y adaptada en todo momento a las necesidades de las empresas, que colaborarán y participarán activamente en los proyectos curriculares.
-Impulsar la industrialización de Cantabria, fundamentalmente en las nuevas áreas tecnológicas, creando los parques industriales, logísticos y tecnológicos adecuados, con un apoyo decidido a los jóvenes emprendedores.
-Realizar las infraestructuras de comunicaciones precisas para toda la región y, por supuesto, la total conectividad por internet que la nueva sociedad tecnológica exige.
-Prestar atención especial al puerto de Santander, como principal industria que es de Cantabria y la incidencia que tiene en el desarrollo de nuestra economía.
-Impulsar un turismo de calidad, en el que la cultura y nuestro medio ambiente jueguen un papel prioritario.
-Adaptar nuestro sector primario al nuevo marco económico y desarrollar una eficiente industria agroalimentaria, estableciendo las bases necesarias para orientar su evolución al desarrollo armónico del interior de nuestra región.
-Conseguir una sanidad de primer orden, tanto pública como privada, referente a nivel nacional y en la que la investigación juegue un papel predominante.
A la vista de lo anterior, con independencia de la opinión que cada uno podamos tener sobre nuestra autonomía, bueno sería que se realizase una auditoría independiente y en profundidad que nos permita comprobar lo realmente conseguido hasta ahora y, sobre todo, concretar los objetivos para lograr el mejor futuro posible para nuestra región. Y es que lo que no debemos hacer es limitarnos a utilizar nuestra capacidad de decisión solo para construir una nueva estructura política y administrativa, hipertrofiada e inútil, al servicio de los partidos políticos y de sus dirigentes, pues en tal caso la autonomía lograda hace cuarenta años no servirá de nada.
En nosotros está conseguir ese futuro soñado cuando tenemos en nuestras manos la posibilidad de decidir por nosotros mismos lo que queremos para nuestra tierra. Si no lo conseguimos no echemos la culpa a nadie, pues sólo nosotros, y nada más que nosotros, seremos los responsables.
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