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El Soportal ·

Difícil es plantear una renovación industrial sin la perspectiva de un remplazo generacional

Sábado, 15 de diciembre 2018, 08:55

El descenso de la natalidad es una mala noticia. El índice actual en nuestro país nos sitúa en los años de la postguerra, y lo peor es que en los años venideros seremos más lo que vamos a morir que los que nazcan. Nuestra comunidad, ... por desgracia, no se libra de este fatídico pronóstico. Difícil es plantear una renovación industrial sin la perspectiva de un remplazo generacional. Como también ha sido noticia la visita del Secretario de Industria y Pymes en la Cámara de Comercio, ¿podemos ser optimistas después de su exposición del programa Reindus? Está claro que la industria es el sector que tiene «una productividad más alta y el que genera empleo estable cualificado y bien remunerado». Nadie lo pone duda. Hemos conocido la época floreciente del desarrollo industrial de Torrelavega y su comarca, y también su declive. Los cambios sociopolíticos de estos últimos 50 años han sido muy importantes, pero da la impresión de que por rutina o comodidad seguimos anclados en posiciones estatales paternalistas. La palabra «beneficencia» ha desaparecido pero demandamos subvenciones para todo. Del dinero público no se libran ni los libros de texto, ONG, ni las actividades culturales de cualquier tipo, y los sindicatos reciben este año 9 millones de euros, y 53 millones los partidos políticos con representación parlamentaria. En Cantabria lo lamentable es que hasta ahora la política de subvenciones a sociedades y fundaciones públicas no ha logrado los resultados que se deseaban. Nombres y ejemplos son bien conocidos. Las deudas millonarias aumentan, y desafortunadamente nuestra comunidad no es una excepción en el conjunto del país. La felicidad de los ciudadanos, el estado de bienestar parece sustentarse en conseguir la máxima producción de bienes, para obtener así un mayor consumo. La subvención, el dinero público –que no es de nadie como dijo un día la señora Calvo– es vista como esa varita mágica con la que lograremos el pleno empleo, la estabilidad de precios, el crecimiento económico y una balanza comercial equilibrada. ¿No será el plan Reindus más de lo mismo? Renovemos las ideas. En un sistema de libre mercado ¿no seremos capaces de elaborar y acordar unos principios morales, una ética, que contenga el poder omnímodo del capital?

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