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Una conversación mantenida con mis cuatro nietos, alrededor de la comida del domingo, me ocasionó un fenómeno de evocación. Teniendo en cuenta que estamos al final del curso, recordé la ansiedad que me producían, en mis tiempos de bachiller, dos hechos simultáneos: primero, el enfrentamiento ... a los exámenes finales y todas sus consecuencias (sudor, inquietud, miedo, tensión permanente, insomnio…) y segundo, el encuentro con mi familia, pues, dependiendo del resultado, tenía que participar en mayor o menor medida en las tareas agrícolas ganaderas (mi padre era agricultor); tareas por otra parte duras, exigentes, poco conocidas e ingratas. Esta reflexión, me produjo cierta emoción, al revivir aquellos lejanos años, aquel ambiente de final de curso, porque en el fondo me permitía el regreso a mi casa y en consecuencia encontrarme y disfrutar de los míos.
A mis nietos les hablé del periodo de la cosecha, que se realizaba al final de la primavera, así como de su significado, pues era el premio al esfuerzo mantenido durante años por aquellas personas que, de forma abnegada y en solitario, tenían como función conseguir el mayor de los frutos. Se siembra en otoño –les expliqué–, y al final de primavera todos nos enfrentamos a la realidad de nuestro esfuerzo anual. Es duro, en ocasiones, cuando los frutos son escasos, pero puede ser incluso glorioso cuando estos son abundantes, siendo esencial el esfuerzo y la constancia del trabajo del campesino.
Esto sirve de espejo al estudiante, al joven que está situado en el periodo de formación. Se matricula en octubre en un curso con el compromiso de superarlo en mayo o junio del siguiente año, para lo que la asistencia a clase, la atención al profesor, la participación en cualquier trabajo que éste indique, el sentarse diariamente en casa un tiempo frente a lo que el profesor ha explicado en el aula y comprender todo lo explicado, preguntando siempre al profesor cuantas cosas no se entiendan. Esta es la tarea del estudiante para que la cosecha sea abundante en mayo o junio, de tal forma que quedemos, tanto los alumnos como sus familiares y amigos, satisfechos por los éxitos obtenidos. No es necesario pretender ser el mejor, o sacar las mejores notas, es un grave error pensar así; es necesario, y diría vital, trabajar cada día, esforzarse cada día, ser constante, de tal forma que se establezca un horario de estudio. Las notas son la consecuencia de esto, de la constancia y el esfuerzo ordenado.
Por otra parte, cada alumno, a pesar de disponer de la misma inteligencia, como estas son variadas, dispone de más facilidad para un tipo de asignaturas que para otras. Esto se irá viendo, pero al final el que cumple, el que diariamente asiste a clase, atiende, trata de entender, y si no lo consigue pregunta, y después en su casa siempre, y de forma diaria, observa un horario para rematar lo que le han explicado en clase, siempre conseguirá muy buena cosecha.
En ocasiones los padres trabajan ambos, pasan tiempo fuera de casa, y en consecuencia hay momentos u horas que los hijos están solos. No importa si los hijos lo saben, es algo normal en este mundo, en el que hay que hacer frente cada fin de mes a muchos pagos. Explicarlo de forma clara, de forma sencilla, les permitirá saber de la importancia, no sólo del trabajo como esencial en la vida, sino del orden que exige éste, que se sitúa por encima del tiempo de disfrute, aunque al final, si la cosecha es buena, éste llega.
Es un hecho también que algunos padres desean de los hijos lo que ellos no fueron capaces de hacer, o lo que sí hicieron. Que se lo exijan a los hijos son aspectos son enormemente perjudiciales para el niño, porque queremos que responda a nuestro prototipo. Por ejemplo, que siga la saga. En el fondo le estamos despersonalizando, él es distinto a nosotros, es él, y por ello es único. La explicación sencilla es la de que tiene que formarse en algo, de lo que algún día pueda vivir, ésta es la esencia, si aspiramos algún día a emanciparnos, y no es difícil de comprender. Por otra parte hay niños pasivos, abandonados, que dicen que no les gusta estudiar. ¿Le gusta trabajar a la madre o al padre?, ¿a alguna persona normal le gusta trabajar?, pues a éstos hay que explicarles que disponen de un derecho que niegan a los padres, y como son buenos observarán que esto no es normal, esto se llama diálogo.
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