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El erotismo es un término envolvente y permeable que viene incidiendo de forma especial en los medios de comunicación social –amén de en nuestras relaciones personales y grupales– que impregna cualquier actividad. Difuso y poroso, tiene como objetivo la búsqueda del deseo y el placer ... sexual.
La palabra erotismo es de origen griego, eros, que hace referencia al dios Eros, asociándose al sexo y al placer que provoca, así como las emociones y sentimientos que surgen en el encuentro sexual entre dos o más seres. Su práctica le permite al individuo estar en contacto físico con su cuerpo, a la vez de percibir y disfrutar de aquellas sutilezas que le son placenteras, lo cual exige su integración en el acto, con sus fantasías, deseos y sentimientos más profundos.
Son innumerables las formas de dar forma a estas fantasías, que pueden ir desde una mirada, pasando por una postura o gesto, a un encuentro sadomasoquista, siendo muy importante en este contexto tanto el lenguaje como el gesto erótico, cuya intensidad puede llegar a superar aquella que se ocasiona en un acto explícito, repleto de imágenes corporales.
Hay que señalar que no existe una práctica que pueda considerarse generalizada, y por ello normalizada, pues algo que supone una fuente de gratificación y placer para unos puede representar una fuente de desagrado, desazón o sufrimiento para otros, de aquí que aun siendo una práctica aceptada, cada individuo que lo practica es único con sus sentimientos y fantasías, y por ello es único y singular de la vivencia del hecho. Otro hecho significativo es que nos sitúa en la intimidad de cada uno de nosotros, porque es en este medio cuando se realiza, de tal forma que se puede canalizar como energía práctica y a la vez compartirla responsable y respetuosamente, la intimidad en la relación de la pareja crecería, y sería más productiva o expresiva.
El erotismo en la mujer ha sido y sigue siendo muy complejo, al carecer de modelos con los que identificarse, para poder vivir de la mejor manera su sexualidad. Lo ideal sería vivirla en libertad, que no es desenfreno ni anarquía, sino expresarla del modo que la vive el hombre maduro, teniendo siempre en cuenta que nuestras anatomías son diferentes, y con ello nuestro mundo interno. Hace un siglo se vivía en la idea de que la mujer carecía de plena sexualidad, de tal forma que la aceptación de esta premisa impedía que se interesara por el sexo. Masters y Johnson demostraron que la mujer disfruta como el hombre, pues varios estudios describieron el correlato existente entre fisiología y sentimientos a la hora de encontrar el placer explícito.
No obstante, hoy tenemos que reflexionar sobre el consumo de pornografía por internet, como fuente de 'contaminación' de actos e imágenes históricamente normales, pero que hoy representan un grave problema social, porque cada día son más las personas que buscan esas imágenes, siempre excitantes y llenas de violencia, mostrando visiones plagadas de agresiones, violaciones en masa, y múltiples actos de degradación de la dignidad de las personas, como humillaciones, sometimientos y demás aberraciones.
Los datos muestran que actualmente siete de cada diez adolescentes españoles consumen de manera regular este producto, siendo su comienzo a los ocho años y la media de edad del auditorio los once.
Por otra parte hemos de tener en cuenta que el tratamiento de las relaciones afectivas y explícitamente sexuales en internet no pretenden ser didácticas, porque se trata de un negocio que mueve muchos millones de euros, al explotar escenas con gran impresión emocional, en las que se muestra al hombre fuerte, embrutecido y poderoso, y a la mujer sumisa, servil y víctima del sexo, normalizando así, además de la desigualdad entre géneros, el poder del hombre sobre la mujer, que no es más que un juguete o un instrumento sobre el que se cometen todo tipo de aberraciones, representando el modelo sexual que interiorizaran los jóvenes, admitiendo las conductas de dominio, humillación, servilismo, esclavitud y posesión, como normales.
Administraciones, escuelas y familias han de tomar con urgencia la iniciativa para desenmascarar el aprendizaje vicario de la juventud adicta, carente de empatía, afecto, cercanía emocional, solidaridad, única fuente de equilibrio entre sexos y por ello de un futuro amable.
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