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Todo comenzó, si ustedes lo prefieren, en el Antiguo Testamento, señalando a la tierra de Palestina como la Tierra Prometida, aspecto que los ortodoxos renuevan cada día, mandando cobardemente a la juventud, en plenitud de vida, a la guerra, mientras ellos se arrastran por el ... suelo, rehusando su participación. Sin embargo, yo creo que el principio del problema debemos de situarlo en la declaración del Gobierno Británico de 1917 en la que se ponía de manifiesto el apoyo de un 'hogar' para los judíos en Palestina, habitado y dominado por el Imperio Otomano. De esta forma, en 1948, los británicos, colonizadores de Palestina después de la Primera Guerra Mundial, abandonaron Palestina y David Ben-Gurion declaró en Tel Aviv la creación del Estado de Israel dando así comienzo la primera guerra árabe israelí, o guerra de la independencia, por la falta de aceptación del pueblo palestino de la creación unilateral del Estado de Israel, y en la que éste sufrió más de 6.000 muertos. Ganaron la guerra al final, y se anexionaron el 77% del total del territorio.
Estos enfrentamientos se han ido sucediendo de forma permanente al recibir el Estado de Israel una enorme diáspora de población judía después de la Segunda Guerra Mundial, formando, cuantos eran recibidos, grades granjas o Kibutz en las que vivían en comunas, cultivando el terreno y la ganadería. Esta inmigración sin control, este masivo recibimiento, esta necesidad de vivir que tiene todo ser humano, este pueblo nuevo que se encandilaba al conectar con los suyos ya en su casa después de tantas penurias como expatriados, despertó el ímpetu e incluso la ira de la totalidad de los ciudadanos palestinos instalados. Y fruto de ello, han sido permanentes los enfrentamientos con sus antiguos habitantes palestinos.
El reconocimiento de la ONU del Estado de Israel, en el que se declaraban además de unas fronteras la necesidad de existir de dos Estados, que cooperarían en el respeto (11 de mayo de 1949, resolución 181 (II), y en el que se pusieron grandes esperanzas, no ha servido de nada. Los desencuentros puntuales han seguido, las muertes, especialmente de palestinos, han seguido goteando, la construcción en territorio palestino ha seguido, y a pesar de las guerras habidas, la esencia del proceso sigue. Israel, a pesar de haber sido privilegiada desde su nacimiento, persiste, no da tregua, con lo que han surgido idas y venidas de países, que se unían a uno o se alejaban del otro; en el momento actual, los países árabes que se alejaron de Israel, dando su apoyo a Palestina, han pasado de forma lenta, en beneficio de la paz, a reconocer el pueblo de Israel, pero en su lugar han surgido otro tipo de enemigos, entre los que destaca Irán, así como tres grupos terroristas, Hamás, Hezbollah, y los Hutus en Yemen.
En el episodio último, la fracción terrorista de Hamás penetró en territorio habitado por israelíes, y de forma cruel, sádica e inhumana. Asesinó a cientos de hombres, mujeres y niños indefensos, que estaban en su casa descansando o durmiendo, apresando, además, a un grupo de individuos, como escudo humano, de los que aún devolviendo alguno, y muriendo no se sabe cuántos en cautiverio, el resto sigue en manos de Hamás como rehenes. Mientras, el pueblo de Israel, bien pertrechado y preparado con todo tipo de armamento, ha comenzado la destrucción del pueblo de Gaza, de norte a sur, lenta pero de forma permanente. Sus carros de combate han ido destruyendo todo obstáculo que encuentran: casas, edificios enteros, hospitales, lugares con cobertura sanitaria patrocinados por la OMS, niños recién nacidos o antes de nacer, mujeres de todas las edades, hombres desde bebés hasta ancianos... son casi cuarenta mil muertos pero, amén de los muertos, está el sufrimiento, diario y permanente, de las bombas, cohetes y morteros que caen en cualquier momento y en cualquier lugar, observando cómo los gazaties se mueven sin rumbo, en ocasiones en una dirección y en otras en la contraria, ignorando cual será el lugar más adecuado para poder seguir respirando, porque comer no pueden. La hambruna es general, no se permite más que un pequeño paso de unos pocos camiones, con algunos víveres, ropa, y otros enseres; la mayoría carece de casa donde descansar. Y los israelíes empujando hacia el sur a la población, y ahora hacia al norte, matando y destruyendo, y buscando túneles de supervivencia de esa banda terrorista Hamás, que incluso ha construido bajo los cimientos de los hospitales para su seguridad, y parece que bien pertrechados en dietas y diferentes enseres.
Dos pueblos, históricamente conviviendo, olviden el detritus de: los egos, la prepotencia, la soberbia, la ira, la venganza… y, siguiendo el criterio de la ONU, y ofrezcan a sus hijos y nietos una comunidad solidaria y en paz.
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