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El tren de las once

Se incumplen las normas e incluso se critican y se enfrentan a ellas; un grupo de ciudadanos aplaude y otro se siente ofendido

Jueves, 1 de febrero 2024, 07:13

Iba a la escuela de mi pueblo como casi todos los niños, porque algunos ya habían comenzado a ejercer labores propias de adulto. Había un crío de nueve años, que de forma constante llegaba tarde. Tal es así, que el gracioso de clase, le apodó ... como 'el tren de las once', nombre con el que todos nos referíamos a él. Este apodo se universalizó, acudiéndose a él de forma ofensiva. Esta ofensa se convirtió con el tiempo en burla y de aquí pasó a empujones o zancadillas, que de forma puntual se le propinaban. Al maestro parece que le pasó desapercibido, y la situación derivó en que un grupo de niños le defendíamos y el otro grupo le ofendía cada día más. Terminó el tema con la intervención de la madre de 'el tren de las once', que se puso en contacto con el resto de las madres y, por la presión de su influencia, el maestro intervino para amparar al necesitado. A partir de ese momento le propiciaba unas amabilidades impropias por lo exageradas, de tal forma que aquel visible suceso desapareció aunque el tren siguió llegando a las once, contando con el beneplácito del maestro. ¿Se daban intereses entre el maestro y los padres del niño?

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