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Es muy probable que poco después de marcar el tanto que dio al Racing el ascenso frente al Baleares - ¡qué tiempos aquellos! - Aitor Buñuel y su representante ya tuvieran decidido en qué equipo militará el futbolista navarro la próxima temporada. El intrafútbol posee sus ... propios mecanismos. Diría que para aquellos jugadores que destacan y a quienes les resta una sola temporada de contrato el desenlace es casi siempre idéntico. El representante de turno se compromete con otra entidad, amarra económicamente el suculento contrato que mejora las condiciones del futbolista por llegar libre meses después y consumen con más pena que gloria esa última temporada que les vincula con el anterior equipo, precisamente el que les ofreció en su momento la oportunidad de brillar. Pura mercadotecnia y cero reproches.
Los representantes necesitan mover carne y los directores deportivos apuntarse el tanto de fichar jugadores libres con los que justificar su labor ante dirigentes indocumentados. La cuestión es qué pensará sobre este movimiento quien fichó a Buñuel en verano, tras comprobar un alarmante descenso de nivel que hace incomprensible su permanente titularidad en el destacado colista de Segunda División.
Pero no es de Buñuel de quien quiero hablarles. Hemos sufrido casos idénticos anteriormente y también el Racing ha puesto en práctica jugarretas similares cuando se veía beneficiado por la situación. Esto funciona así. Lo que trato de explicarles es que, aunque no lo parezca, las plantillas se forman entre bambalinas con muchos meses de antelación.
Nadie sale en junio al mercado para hacerse con los servicios de veinte futbolistas. El percal se reparte mucho antes. De ahí que el Racing, convenientemente medido tras sufrir una dolorosa derrota, se haya apresurado esta semana a anunciar a bombo y platillo la llegada de José Manuel 'Cali' Trueba a su staff técnico. A él, analista de rivales y experto en scouting, le corresponderá comenzar a armar la plantilla del próximo ejercicio, probablemente y a expensas de un milagro, en Segunda División B. Lo que no alcanzo a entender es la continuidad de Chuti Molina dentro del club. Si a la vista del monumental desastre y del calculado derribo por parte de los propietarios de ese búnker que el albaceteño había construido a su alrededor, éste no va a continuar, ¿qué sentido tiene mantenerle dentro de la entidad lo que resta de ejercicio?
A estas alturas, Chuti ya no puede sumar nada más y su presencia sólo puede restar. Por cierto, el día que Cali Trueba se despidió de la Ponferradina en julio dijo textualmente: «Toca volver a casa abiertos a que nos llegue una nueva oportunidad con la que seguir disfrutando». ¿No les parece profético? Las bambalinas del fútbol tienen a veces estas casualidades. A él le corresponderá no volver a caer en aquello que ya les expliqué y en lo que el Racing ha sido un verdadero especialista: ir al rebaño a por ovejas y traerse al perro.
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