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La división de pareceres sobre los colores rojigualdos del árbol de Navidad colocado en la rotonda de Puertochico roza el esperpento, sobre todo si ... las opiniones negativas proceden de personajes públicos. Es como si se necesitara permiso -muéstrese solo los lunes y viernes, de seis a ocho de la tarde- para exhibir la bandera de todos, y no de la derecha, en cualquier lugar, situación o momento. Un debate tan surrealista mueve a la reflexión, porque las controversias de este tipo se producen en países acomplejados o entre quienes no entienden que los símbolos son la expresión máxima de conceptos, valores, emociones, representación y sentimientos. Si decimos que la bandera de España, o de cualquier nación, es un trozo de tela irrelevante, estamos diciendo, al tiempo, que un abuelo no es más que un viejo o que una madre es solo una mujer.
Desde este razonamiento, carece de sentido discutir la presencia de la bandera, sea o no un motivo pascual, aunque podríamos preguntarnos qué es lo que mejor se adecua a lo que festejamos, es decir, la venida de Jesús. El abeto que montamos en nuestras casas no es un buen ejemplo. Aunque adornar el árbol fue un hábito milenario de muchos pueblos, nada tiene que ver con la Navidad. El llamado 'árbol del universo' venerado por los antiguos nórdicos, en cuya copa moraban los dioses y hundía sus raíces en el reino de los muertos, conmemora el nacimiento de Frey o Freyr, el dios de los elfos, la fertilidad, el disco solar y la vegetación. Los primeros cristianos llegados a Escandinavia comprobaron que el culto a Freyr coincidía con las fechas navideñas y mantuvieron la tradición, variando para siempre el significado original.
La instalación de belenes, si bien interpreta con total exactitud la celebración, se basa igualmente en una bella leyenda. Los historiadores concluyen que Cristo no nació en un pesebre ni el año I ni el 24 de diciembre, un día fijado posteriormente por la Iglesia. Pero poco importan los detalles para mantener las costumbres, y en los próximos días, entre el 16 y el 25 de este mes, seremos testigos de un acontecimiento que se produce cada 800 años: la estrella de Belén aparecerá de nuevo en el cielo.
En realidad, se trata del alineamiento excepcional de los dos planetas mayores del sistema solar, Júpiter y Saturno. Se verán como un único punto y, según la ciencia, esa puede ser la explicación de la luz que guió a los Magos. El doble astro brillará también sobre los colores rojigualdos del árbol de Puertochico.
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