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Uno. Es tópico, y no sólo en los ambientes futboleros, que el Barça C.F. es 'més que un club', Narcis de Carreras dixit (1968). El club fundado por un suizo afincado en Barcelona, Hans [luego mutado en Joan] Gamper, los colores de cuyo ... cantón blasonan el escudo blaugrana [singularia tantum: «se aplica este término a los nombres que no admiten plural: cariz, oeste, grima, etcétera»: Fernando Lázaro Carreter, 'Diccionario de términos filológicos', tercera edición corregida, Gredos, Madrid (1968)], no atraviesa en el presente inmediato por sus mejores momentos: crisis deportiva, crisis económicofinanciera, crisis -¡faltaría más!- institucional... jalonan la actual trayectoria del más que centenario club -'refundado' en 1908 y cuyos estatutos en lengua catalana son de 1921-. Mas, como dijera el filósofo Jorge Valdano, el fútbol es «un estado de ánimo». Y los ánimos son volubles como... bueno, como todo lo que es inconstante, mudable, veleta.
Dos. Epítome es -primera acepción del DRAE- «un resumen o compendio de una obra extensa, que expone lo fundamental o más preciso de la materia tratada en ella»; mas, también -segunda acepción- «resumen de un discurso extenso en unas pocas palabras finales». ¿Tienen algo en común la presente situación futbolera del que es 'més que un club' con la -bien que prolongada en el tiempo- de la propia Cataluña? ¿Puede la de aquél considerarse 'epítome' de la de ésta? Un Barça C.F. en crisis, una Cataluña no menos crítica, aserto que no es de difícil sostenimiento.
Tres. Las aguas del independentismo catalán, revueltas no ha tanto, bajan algo más calmas [mas, como ahora acaece con el vesubio palmero, prestas a alborotarse con el más nimio pretexto]. El panorama o escenario: las veleidades del 'prusés' [revueltas callejeras; saqueos y pillajes y vandalismo; destrucción y salvajismo en la vía pública... la empingorotada declaración de independencia y de la república catalana], condenas penales incluidas, ahora diluidas por mor de un régimen penitenciario [administrado por las mismas autoridades autonómicas] maternalmente benevolente, hoy mutado en arrebolado y complaciente perdón por gracia del indulto dispensado por el nefando Estado español. Una tregua, un 'impasse' que los siempre airados independentistas, frustrados en su irredenta exigencia de un salvífico [siempre que su hipotético resultado fuera favorable a sus intereses, claro es] referéndum, la única salida factible de un eterno, ¿e imaginario?, contencioso [histórico, por supuesto]; que los siempre airados independentistas vienen aprovechando para recabar nuevas y renovadas prebendas en favor de la caja común [catalana, va de suyo], pues, en fin de cuentas, todo aprovecha a la moreneta, léase, al convento.
Cuatro. Y, mientras tanto, el tejido industrial catalán avanza impasiblemente en su más que perceptible deterioro; la sociedad catalana asiste impasiblemente a su galopante esclerosis; la, si calmada momentáneamente, rauxa, feroz vigilante de un seny impotente; la, ora larvada ora descarada, sangría de las inversiones y los capitales catalanes, con destino ya a Andorra ya a Madrid. A Madrit, al ominoso Madrit, santo y seña de todos los complejos y todas las insatisfacciones.
Cinco. Y, mientras tanto... pervive en el imaginario catalán aquella ensoñada Barcelona de los sesenta y primeros setenta de la pasada centuria, donde pusiera casa buena parte de la nómina del boom [literario] latinoamericano, envidia [la culta, moderna y europea Barcelona] de la progresía hispánica antifranquista [ya se sabe, «contra el gallego se vivía mejor», Vázquez Montalbán dixit], que, por aquellas calendas despreciara a la villa y corte al motejarla de poblacho manchego, ese rompeolas de todas las Españas, José María Pemán dixit, que parecía concitar todos los pelos de la dehesa al socaire cazurro de un Paco Martínez Soria, epítome de la España del desarrollismo, precursora de la España de la transición democrática; una democracia que, según el economista catalán Fabián Estapé, uno de los arquitectos del plan de estabilización de 1959, llegó a este país de la mano del seiscientos y las turistas suecas... del turismo, cuyo epítome fuera Benidorm, y cuyo alcalde, Pedro Zaragoza, lograra del gallego la autorización del bikini, como indispensable reclamo de la venida de las turistas, suecas y no suecas. De aquel Madrid a este Madrid de las más recientes décadas. El Barça C.F., mientras tanto, sigue siendo perennemente més que un club.
Seis. Un més que un club que, como sujeto colectivo, orgánico, como buen singularia tantum, no acepta el plural: la gens blaugrana, la gente blaugrana, no, en modo alguno, los [impropiamente] llamados blaugrana[s], mejor, incluso, aquella dicción, gente blaugrana, que los [correctamente] signados como blaugrana.
Siete. El Real Madrid C.F. es, obviamente, más, muchísimo más que Madrid.
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