Barra libre para Ayuso

«Yo no voto un partido, ni voto unas siglas, voto una gestión»; esta es la frase que más escucho a mis compañeros de la hostelería madrileña. Ante el miedo y la oscuridad que nos transmiten muchos dirigentes, en la Comunidad de Madrid ha sido al contrario, Isabel Díaz Ayuso ha sabido devolver la ilusión a los hosteleros. Después de estos resultados electorales podemos decir que lo que gana no es un partido político, es «una gestión valiente y sobre todo eficiente» en el peor momento que estamos viviendo en este país y como epicentro la capital de España.

A las palabras de nuestro presidente/virólogo Miguel Ángel Revilla: «Madrid será una bomba dentro de quince o veinte días», la respuesta ha sido clara. La hostelería en nuestra comunidad lleva un mes cerrada y los contagios no paran de subir, nuestra incidencia acumulada es de 256 casos a quince días y Madrid, con la hostelería todo el año abierta y con una población diez veces superior a la nuestra, tiene una incidencia acumulada de 388 casos a quince días.

Es por este motivo que la hostelería madrileña está plagada de carteles en los que se puede leer «yo con Ayuso» o «gracias por cuidarnos». Este último es el que más valoro, ya que refleja fielmente lo que la Comunidad de Madrid ha hecho por uno de los gremios más importantes, premiados, y con más visibilidad fuera de nuestras fronteras como es la hostelería.

Y si me preguntan si siento envidia por esta Comunidad, mi respuesta y la de cualquier hostelero cántabro es ¡claro que sí! Aquí se nos trata como los malos y se nos persigue con frases como la que dijo el consejero de Sanidad: «Con 206 casos menos -los detectados en brotes en la hostelería- Cantabria estaría en nivel 2, no en el 3». No se cuenta con nosotros en ningún foro, ni para dar ningún paso. Somos un cero a la izquierda en la toma de decisiones de nuestro propio sector, y estamos en manos de políticos que no saben nada acerca de nuestro funcionamiento o nuestras licencias, que no se dejan aconsejar por los protocolos sanitarios que les hemos entregado, y lo peor de todo es que deciden sin ningún dato -a día de hoy en Cantabria no se ha publicado ningún informe de Sanidad que evidencie cual es la incidencia del virus en el interior de la hostelería-.

Las medidas aperturistas de Isabel Díaz Ayuso no han evitado que uno de cada cinco locales de hostelería haya cerrado -alrededor de 7.000 negocios-, que la facturación se redujese en 2020 un 50% respecto a la era precovid, y que en Madrid hayan perdido el empleo un 18% de los trabajadores de restauración (23,3% a nivel nacional). Las medidas aperturistas han salvado casi 161.000 puestos de trabajo, y lo que es más importante, a 11.000 familias de estar en riesgo de exclusión. Y, por si esto fuera poco, ha gestionado mayoritariamente licencias para terrazas en toda la Comunidad.

Con Isabel Díaz Ayuso, Madrid lidera por primera vez en la historia el empleo nacional en la hostelería, por delante de comunidades tan importantes como Andalucía y Cataluña.

Ha incidido directamente en que más de 10 cadenas de lujo realicen aperturas de sus hoteles en Madrid, con lo que ello conlleva para el turismo y el PIB de la región. Y no solo los restaurantes o bares se han beneficiado de estas políticas, sino todo el sector empresarial.

Estas medidas conllevan tener valor, no esconderse, gestionar, trabajar duro, no practicar el inmovilismo que gastan las demás comunidades; simplemente gobernar ayudando a uno de los sectores más castigados y vapuleados en esta pandemia. Por ello, mi voto es para Isabel Díaz Ayuso, por demostrar que hay políticos que se mojan y que bajan al barro. De ella deberían aprender muchos, aquellos que están siempre sentados, pero sientan cátedra en todas las televisiones nacionales en vez de estar trabajando por su comunidad. Como se le dijo en un pleno parlamentario: «Señor Revilla, usted a la hostelería se la va a llevar por delante». Por eso y por muchas cosas más necesitamos más Ayusos y menos Revillas.