Belleza y adaptación

En los animales no solo existe la 'selección natural', como presión del entorno sobre la variabilidad genética de la especie, presión que favorece a los que se adaptan, que son quienes se reproducen en mayor medida y acaban impulsando la evolución en cierta dirección; existe también la 'selección sexual', es decir, la reproducción de determinados rasgos que son escogidos, en la mayoría de los casos por las hembras, en el momento de la elección de pareja. Esto significa que la facultad estética de, sobre todo, las hembras, es una fuerza evolutiva en sí misma, que explica la gran variedad y riqueza de aspectos y conductas animales. Uno de estos casos, que a Darwin le traía loco, es el del argos real, ave tipo faisán que trata de convencer a la hembra envolviéndola con un despliegue espectacular de su cola.

Si les interesa pasar un buen rato y saber cómo esto afectaría también a las parejas humanas, lean su libro 'La evolución de la belleza', finalista del Pulitzer en 2018 y declarado por el New York Times como uno de los diez libros destacados de 2017.

Pero algún día tendremos que desarrollar un poco más la ampliación de la noción de 'belleza' en la vida social. Está claro que una 'bella oratoria' es más convincente que una fría razón, por lo que podría haber una tendencia natural de las comunidades a derivar hacia nociones fantásticas de la política, hasta que la segunda fuerza, la selección natural, llega con las rebajas en forma de guerra o crisis económica. En Cantabria haríamos bien en procurar que las bellas palabras sean 'indicadores honrados', como dice Prum, de verdadera capacidad de adaptación. Habrá que unir, sociológicamente, gracia y verdad.