Belleza diaria
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Tal vez tuvimos, históricamente, menos prensa que otros lugares, pero el boca a boca -ojo a ojo en este caso- es imparable, e impagableSecciones
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Tal vez tuvimos, históricamente, menos prensa que otros lugares, pero el boca a boca -ojo a ojo en este caso- es imparable, e impagableCuando admiras algo a diario, parece que el 'ad' se cae de la palabra, y ya solo queda el 'miras'. La rutina va modificando nuestra manera de contemplar, la mayoría de veces de manera injusta. Nos suele suceder, con las personas, con los objetos... y ... con los lugares. La rutina es una gran trampa. Aunque Kafka decía que «lo cotidiano en sí mismo es ya maravilloso».
Sitios por los que caminamos con los ojos del lugareño a fuerza de costumbre, en lugar de hacerlo con el mirar apasionado del visitante, que llega hasta detalles que pasan de largo ante la mirada del local. El de afuera mira como el adolescente enamorado, o dispuesto a estarlo.
Es un clásico valorar las cosas, lugares o personas cuando las pierdes, o cuando te alejas demasiado de ellas. Es humano, y eso somos. Pero qué sano es el ejercicio de observar con los ojos del foráneo a nuestra maravillosa región. Somos insistentes -algunos dicen pesados- con la palabra Cantabria en la boca. Pero es que lo que tenemos es tremendo. Digo tenemos, aunque no nos pertenezca, porque es de todos los ojos que la miren. Un inspirado la denominó Cantabria Infinita, y vaya que sí.
Tal vez tuvimos, históricamente, menos prensa que otros lugares, pero el boca a boca -ojo a ojo en este caso- es imparable, e impagable.
No quiero que mis ojos se acostumbren a esta ni a ninguna belleza, como dándolas por hechas. No quiero que esta era de la inmediatez y la velocidad me impida recrearme en los detalles. Tenemos tres colores mágicos en su máxima expresión: verde de campo, blanco de nieve y azul de mar, en una distancia abarcable. Y el más valioso de los patrimonios: gentes abiertas y hospitalarias. Una tierra bella no lo es tanto si los ciudadanos que la habitan son huraños.
Cantabria no es un revolcón. Ni un amor de verano, tan intenso como fugaz. Tampoco una cita Tinder para un desahogo exprés. Cantabria es un flechazo del que no puedes salir ileso. Es el amor de tu vida, hayas nacido en ella o no.
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