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Venía yo cavilando, de vuelta ayer a casa, sobre la reciente ceremonia de entrega de las nuevas estrellas Michelin a diversos restaurantes de España y Portugal, lo que me trajo a la memoria, por una asociación de ideas, máxime en estas fechas navideñas, la costumbre ... de brindar en comidas, cenas y otros eventos con amigos, compañeros y familia; y, por las mismas, esa ceremonia trájome también a la mente la imagen original del famoso muñeco de Michelin, símbolo de la marca, que se presentaba a finales del siglo XIX brindando con una copa rota, llena de cristales.
Ya ves tú cómo los entresijos de la mente te hacen deambular por extraños caminos. En este caso, además, vienen muy a cuento para reivindicar de nuevo la necesidad de no dejar que el latín y el griego desaparezcan de nuestro sistema educativo y de reconocer la cada vez más ignorada deuda que nos vincula a nuestros antepasados grecolatinos. Como que el muñeco de esa marca de ruedas, Michelin, fue en su forma original un diseño creado por Marius Rossillon, O'Galop, famoso artista y dibujante francés de la época, para una cervecería de Múnich, que finalmente lo rechazó. En ese dibujo aparecía el muñeco en su versión primitiva levantando una jarra de cerveza y diciendo: «Nunc est bibendum. À votre santé» («Ahora hay que beber. A su salud»).
Unos pocos años más tarde, André Michelin, uno de los dos hermanos fundadores de la firma, conoció el diseño y sugirió a O'Galop que le diera una forma más humana al muñeco y que sustituyera la jarra de cerveza por una copa llena de cristales rotos. Al resultado se le añadió una segunda leyenda que explicaba la relación entre los cristales y los neumáticos: «Le pneu Michelin boit l'obstacle!» («El neumático Michelin bebe el obstáculo»). A cada lado de la mascota, sendos muñecos lamentaban desinflados no poder beber cristales. A partir de ese diseño original, el muñeco ha ido evolucionando hasta su forma actual, que puedes ver en cualquier parte.
El nombre de la mascota, Bibendum, proviene de la primera leyenda del diseño orginal, que, como habrás supuesto, está en latín. Pero no en un latín cualquiera: la frase constituye el comienzo del poema 37 del libro primero de las 'Odas' del poeta latino Horacio, quien invita a los romanos a beber y bailar para celebrar la trascendental victoria de César Octaviano, el que luego será llamado príncipe Augusto, sobre las tropas de Cleopatra y Marco Antonio en la famosa batalla de Accio (31 a. C.): «Nunc est bibendum, nunc pede libero / pulsanda tellus, nunc Saliaribus / ornare pulvinar deorum / tempus erat dapibus, sodales» («Ahora hay que beber, ahora con pie libre hay que pisar la tierra, ahora, compañeros, era tiempo de adornar el lecho de los dioses con ofrendas de los Salios»).
Pero, como sabes, mundo latino y griego suele ir de la mano y, para que lo entiendas mejor, debes conocer que esa frase de Horacio -«Nunc est bibendum»- se inspira, no solo en la forma métrica, sino también en el contenido de uno de los poemas de Alceo, poeta griego de Lesbos, que Horacio traduce casi literalmente. Para celebrar la muerte del tirano Mírsilo, cantaba Alceo: «Ahora hay que emborracharse y beber hasta más allá del límite, que ha muerto Mírsilo».
Así que ahí tienes, a la vista de los ojos, cada vez que ves pasar un coche, una de las innúmeras referencias al mundo clásico que rodean y conforman nuestro mundo actual. Pero claro, para poder captarlas y comprenderlas es necesario ponerse las gafas de ver bien, es decir, las gafas del latín y el griego, esas lenguas que antaño podían estudiarse en los colegios y que ahora están a punto de desaparecer, inmersas en un mar de variopintas asignaturas optativas; solo una nueva ley educativa o la voluntad de las comunidades autónomas, con su capacidad de legislar en sus territorios, podrían remediarlo.
Hay algo más: la costumbre de brindar chocando copas es muy antigua. Parece que los romanos trataban así de evitar la posibilidad de un envenenamiento en la celebración de un pacto: las copas se hacían chocar entre sí para que el líquido de unas pasara a otras y viceversa. De ese modo, los brindantes bebían todos del mismo elemento.
Te invito, pues, a brindar y choco mi copa, sin venenos, con la tuya para desearte una feliz Navidad y que el nuevo año colme tus anhelos.
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