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Al tener un tejido científico muy débil, su influencia social y política es muy baja. Esto ha contribuido a que no se hayan oído voces durante los meses anteriores con suficiente fuerza para ser escuchadas antes por los políticos y la sociedad

Martes, 5 de mayo 2020, 07:30

Desde hace días devoro toda la información que me llega en relación a la situación que se está viviendo, desde la necesidad de una visión objetiva, real y fiel de la realidad de nuestro país, necesario a mi juicio para una vez superada esta ... primera fase tan dolorosa nos suponga una buena base para la tan difícil segunda fase de reconstrucción social y económica. Partiendo de esta base, ha quedado claro no solo a nivel nacional sino también a nivel europeo y mundial la falta de líderes, entendidos estos en su definición más amplia. Mucha gente culpa de la epidemia de coronavirus a la globalización y dice que la única forma de impedir que haya más brotes de este tipo es desglobalizar el mundo. Sin embargo, aunque en estos momentos la cuarentena es fundamental para detener la epidemia, instaurar el aislacionismo a largo plazo provocará un derrumbe económico y no proporcionará ninguna protección genuina contra las enfermedades infecciosas. Todo lo contrario. El verdadero antídoto contra una epidemia no es la segregación, sino la cooperación, la cual solo se ha visto entre la propia ciudadanía, que ha carecido en todas sus actuaciones de un líder claro. Por otro lado, la visión de esa falta de líderes considero que no solo hay que verla desde la perspectiva política sino también desde la perspectiva científica. Ambos sectores se han convertido en primordiales en la lucha contra esta pandemia. Sin embargo, tanto en un sector como en otro se han visto enormes carencias.

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