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En Vox Cantabria se relamen de satisfacción cada vez que Miguel Ángel Revilla, y últimamente con bastante frecuencia, proclama en los medios sus rotundas advertencias ... por el avance de la extrema derecha. No es sólo, dicen, que al líder regionalista le aterra que el partido de Abascal acabe con el estado de las autonomías ni imponga su impronta en la política nacional, es que respira por la herida y teme el final de su carrera política. O sea, el cambio de ciclo que Vox augura permanentemente en su discurso político.
De no ser que Pedro Sánchez se anime a disolver las Cortes y adelantar las elecciones generales, las urnas de Andalucía del 19 de junio serán el último test antes de los comicios autonómicos que se celebrarán en mayo de 2023 en las 13 comunidades no históricas y municipales en todas las regiones. Para Revilla, que tiene previsto tomar una decisión sobre su continuidad en otoño, y para todos los demás partidos y candidatos.
Los sondeos de las elecciones andaluzas coinciden en anticipar una rotunda victoria del PP, con opciones de mayoría absoluta, o al menos de eso que se ha dado en llamar mayoría 'ayusista' con más escaños que toda la izquierda junta como la que logró la presidenta Isabel Díaz Ayuso y el PP en Madrid, lo que permitiría también a Juanma Moreno Bonilla y su equipo gobernar en solitario, sin la presencia y sin mucha presión de Vox.
Pero es que, además, las encuestas ponen en entredicho la teoría bastante extendida de que los bloques de izquierda y derecha apenas se mueven. En Andalucía crecen el PP, mucho, y Vox, menos, pero la suma de ambos es bastante mayor de lo que pierde Ciudadanos, que es todo o casi todo. Así pues, la derecha capta voto en el caladero progresista.
El paisaje político andaluz no permite muchas extrapolaciones a Cantabria, entre otros factores porque una fuerza tan potente como el regionalismo, primer partido en Cantabria, distorsiona, al igual que en otras comunidades con partidos nacionalistas, la dinámica nacional que dominan PSOE y PP.
El Gobierno de coalición PRC/PSOE está sustentado por una mayoría holgada de 21 diputados, tres más de los 18 que marcan la mayoría en el Parlamento. Así que tiene margen para aflojar en las urnas, después de la difícil legislatura de pandemia, de crisis, ahora agravada por la guerra, y de decepciones en la reivindicación a Madrid y Europa. El Ejecutivo bipartito ya sabe lo que es gobernar en minoría de 17 escaños cuando en la legislatura 2015-19, en el estreno de la nueva política, manejó hábilmente la 'geometría variable', primero para aprobar la investidura de Revilla y el primer Presupuesto con Podemos, otros dos más con Ciudadanos y el último con un tránsfuga.
Es muy probable que la próxima legislatura no permita esos juegos malabares. Nadie da un euro por la supervivencia de Ciudadanos y pocos apuestan por el retorno de Unidas Podemos, que apenas llega en los sondeos al 5% que marca el umbral de la representación parlamentaria. O sea, si la coalición no alcanza la mayoría absoluta será posiblemente porque la sumen PP y Vox. No será nada fácil, pero tampoco imposible.
Los dos partidos mayoritarios, PP y PRC, aún no tienen candidatos, María José Sáenz de Buruaga aún tiene un congreso regional por delante y que Génova la confirme luego en el cartel electoral, y Revilla todavía medita su futuro. Pero las dos fuerzas acarician el mismo escenario ideal: ganar las elecciones y luego tener más de una opción para gobernar: el PRC, la de siempre con el PSOE, PP con Vox, y acaso populares y regionalistas. Todas las combinaciones son posibles. La menos verosímil es que Revilla acepte la subordinación al PP. O presidente o a casa. Aunque hay quien apunta un factor más bien práctico: para seguir frecuentando las televisiones y vender libros, Revilla necesita seguir en activo.
En el repaso general a las tendencias actuales, el PRC acusa el desgaste pero resiste con esfuerzo, y en los partidos nacionales se percibe de todo: el PP aprovecha el tirón nacional recuperado con el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, Vox está seguro de crecer más de lo que apuntan los sondeos, hasta lograr el cambio político en Cantabria si el PP está por la labor y el PSOE se desliza cuesta abajo en la rodada, que dice el tango. Ha caído en Galicia, en Madrid, en Castilla y León, se ha quedado como estaba en el País Vasco y Andalucía tiene muy mala pinta. Sólo los 'primos' del PSC, más nacionalistas que socialistas, han ganado en Cataluña pero esa victoria ni siquiera les sirve para gobernar, apenas le alcanza para 'engrasar' la política genuflexa de Pedro Sánchez con el independentismo, lo cual incluye asumir la persecución del español en las aulas. Y eso no le va a dar votos al PSOE en el resto de España.
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