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No cabía otra posibilidad. Jugar los partidos a puerta cerrada, sin público, suponía una aberración. El fútbol se juega por y para los aficionados, nunca para las televisiones. Cierto es que los operadores son quienes sostienen el negocio a través de los millonarios ... pagos que efectúan a los clubes. Tan cierto como que quienes a su vez apoquinan mensualmente a los agentes audiovisuales generosas aportaciones son los propios aficionados. Todo empieza y acaba en ellos. Son quienes se rascan fielmente el bolsillo en verano para obtener su abono y poder asistir a los partidos de casa. Pero es que, en la mayoría de las ocasiones, son los mismos que están dispuestos a pagar a los operadores de televisión para poder sufrir cada dos semanas con los encuentros que su equipo disputa a domicilio. El fútbol es así de bello e irracional. Los seguidores del Racing llevan casi una década tragándose bodrios insoportables. Y están dispuestos a pagar espléndidamente por ello. Lo que les digo, incomprensible desde cualquier punto de vista que no sea el del amor a unos colores y una afinidad a prueba de bombas. Eso es lo que de verdad sostiene el negocio. Darle la espalda a tan evidente realidad generaría un rechazo masivo por parte de los devotos seguidores. Ignoro si en la cancelación del fútbol ha pesado más este razonamiento o la cuarentena que un equipo tan poderoso como el Real Madrid se ha visto obligado a guardar por el positivo de Tray Thompkins.
Porque luego también debemos preguntarnos dónde queda la salud de los propios deportistas. En eso, en medio de tanta voracidad recaudatoria, parece que Javier Tebas y la LFP no se habían parado a pensar hasta hace un par de días. No parecía lógico que, en medio de semejante crisis, fuesen los jugadores quienes tuvieran que entretenernos a modo de analgésico. Como si fueran los gladiadores del circo romano a quienes se abandona a su suerte para regocijo de patricios y plebeyos.
Lo que resulta complicado de calibrar es si este parón beneficiará o perjudicará al Racing en su improbable sueño de la permanencia. Creo que con pie y medio en Segunda B cualquier circunstancia anormal e inesperada, cualquier elemento que se salga del guión, puede jugar a favor de sus aspiraciones. Sobre todo, si la incertidumbre se prolonga en el tiempo. A partir de ahora empieza otro partido en los despachos. No estaría de más que los dirigentes racinguistas se calzaran las botas de taco largo. Por si acaso. Nunca se sabe. ¿O ustedes imaginaron alguna vez que un virus de alcance mundial paralizaría todas las competiciones del planeta? Pues eso.
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