Bravo por mis compañeros

Aunque llevo muchos años luchando contra el estigma proyectado sobre las personas con trastorno mental, afirmando que son pacientes como los demás, es oportuno recordar la enorme dificultad que, incluso para una organización sanitaria tan avanzada como la nuestra, supone mantener la distancia y el uso permanente de mascarilla entre personas que conviven estrechamente en una unidad psiquiátrica de agudos; sobre todo cuando algunas han perdido temporalmente el contacto con la realidad y viven sumidas en su propio mundo.

Los profesionales que trabajan en la planta de Psiquiatría, haciendo gala de su excelente preparación y comprometidos con la humanización de la asistencia, conviven estrechamente con los pacientes hospitalizados, manteniendo en todo momento las medidas preventivas en un entorno especialmente difícil. Y al mismo tiempo que mantienen esta actividad, en tan sólo veinticuatro horas, en rápida coordinación con la dirección del hospital, han sido capaces de reorganizar la planta, creando espacios perfectamente diferenciados para separar los pacientes infectados de los que han resultado negativos en el test, así como de los que puedan ingresar en los próximos días. Con arreglo al protocolo establecido, esperamos que en las próximas dos semanas desaparezca el riesgo de contagio generado por esta situación, sin transferir ningún riesgo a otras unidades del hospital ni a otros dispositivos de la red de salud mental. Por todo ello, sólo me queda añadir un «bravo» por mis compañeros.