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Elcierre acelerado de centros, el incremento de la docencia virtual (salvada por el compromiso sin límite del profesorado y el esfuerzo decidido del ... alumnado y sus familias), el desconcierto y la ambigüedad de las Administraciones educativas y el incremento de las inequidades centradas fundamentalmente en el alumnado más vulnerable (brecha social y brecha digital), han sido las manifestaciones más notorias de esta nueva realidad.
En este nuevo escenario que probablemente ha venido para quedarse, se hace más necesario que nunca repensar tanto las metodologías y los currículos como los procesos de evaluación si queremos que nuestro sistema educativo de repuesta a los que, a mi juicio son los grandes retos que tiene planteada la educación en la actualidad: currículos más democráticos y más comprensivos, basados en competencias básicas y aprendizajes fundamentales; evaluaciones formativas y metodologías más activas y participativas, en las que el alumnado se convierta en el protagonista de su aprendizaje con la guía y la tutorización del profesorado... etc. Sin embargo, estas cuestiones aun siendo nucleares no son las que trataré en este breve escrito.
La primera pregunta a la que humildemente pretendo dar repuesta sería:
¿Está el sistema educativo de Cantabria preparado para responder a las demandas y tensiones (brecha social y digital), que trae consigo un modelo educativo en el que el aprendizaje virtual adquiere más protagonismo?
Para ello vamos a exponer algunos datos extraídos de la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de la Información y Comunicación en los Hogares, realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), siguiendo las recomendaciones metodológicas de la Oficina de Estadística de la Unión Europea (Eurostat), para el año 2019.
En Cantabria, el 38 % de las viviendas (aproximadamente cuatro de cada 10), con unos ingresos netos mensuales menores de 900 euros, no cuentan con ningún tipo de ordenador.
Sin embargo, en el 95,7% de las viviendas de Cantabria con unos ingresos netos mensuales de más de 2.500 euros, hay al menos un ordenador (prácticamente en todas ellas).
De las viviendas con unos ingresos netos mensuales menores de 900 euros, el 28% de ellas no tienen conexión de banda ancha, es decir, tres de cada diez viviendas en Cantabria no cuentan con conexión a internet de banda ancha, frente al 1,8% de las que ingresan más de 2.500 euros netos.
Las diferencias con los porcentajes anteriores se deben, a que muchas viviendas cuentan con conexión de banda ancha sólo mediante el teléfono móvil (herramienta que se ha definido como no apta para poder llevar a cabo procesos de aprendizaje de calidad).
La segunda pregunta que debemos plantearnos sería:
¿Están los centros educativos de Cantabria dotados de suficientes medios, para responder con éxito a los retos de un mayor protagonismo de los modelos virtuales de enseñanza?
Pues más allá del compromiso personal del profesorado, que ha tenido que responder a esta nueva situación, en muchos momentos dedicando a sus estudiantes su tiempo personal y familiar y sus medios tecnológicos privados, tendremos que concluir, según los datos que veremos a continuación, que nos queda mucho camino por recorrer.
De la información contenida en la 'Estadística de la Sociedad de la Información y la Comunicación en los centros educativos no universitarios' (Subdirección General de Estadística y Estudios del Ministerio de Educación y Formación Profesional), para el curso 2018/2019, se desprende que más de cuatro de cada diez centros educativos de Cantabria (45,2%), no cuentan con Sistemas Interactivos Digitales (SDI). De igual modo, cuatro de cada diez centros no disponen de servicios en la nube (38,7%) y que finalmente, solo cuatro de cada diez centros educativos de nuestra región (42,3%), disponen de Entornos Virtuales de Aprendizaje (EVA).
Por otro lado, el número medio de estudiantes por ordenador con acceso a internet destinado preferentemente a la docencia directa es de 3,6 estudiantes por ordenador en Cantabria, similar al de la media del conjunto de España, pero muy lejos de los 1,8 estudiantes por ordenador del País Vasco o los 2,2 estudiantes de I. Baleares, Extremadura o Galicia.
Lo que estos datos están poniendo en evidencia, es la importante brecha social y digital que existe entre los hogares cántabros según sus ingresos netos mensuales, en cuanto al acceso a las herramientas básicas de uso, en entornos digitales y entre los centros educativos de nuestra región.
En un estado de enorme incertidumbre como en que se plantea para el próximo curso, en el que al parecer van a convivir, al menos en la Enseñanza Secundaria Obligatoria, Postobligatoria y Formación Profesional, los modelos docentes presenciales y no presenciales, abordar la solución de estas diferencias de manera inmediata, desde todos los ámbitos de la Administración y de la sociedad de Cantabria, es una obligación ineludible con nuestro sistema educativo y con nuestros niños, niñas y jóvenes, junto con la bajada de ratios y la contratación de más profesorado, dedicando más medios materiales y humanos.
No podemos asumir que los modelos de enseñanza virtuales se conviertan en un elemento más de inequidad, que de nuevo afecten más a quien más necesita del papel inclusivo de la escuela, el alumnado más vulnerable, para conseguir su éxito educativo y vital.
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