Mi brindis por Netflix

Los diputados golpistas republicanos de Cataluña quieren imponer la modificación de la ley del audiovisual para obligar a esas plataformas a que incluyan un seis por ciento de contenidos en catalán. Además del habitual chantaje a un Gobierno de España que traga con todo lo que quiere la Generalitat, el secretario de Política Linguística del Gobierno de Cataluña, Francisco Javier Vila, ha propuesto a los catalanes darse de baja en Netflix para que la plataforma claudique, añadiendo que «hace falta compromiso, activismo, ser consciente del poder de compra que tenemos cada uno de nosotros». Y tiene razón. A los hablantes del castellano o español nos vendría muy bien más «compromiso y activismo». Sabemos que la cordialidad natural entre los seres humanos para comunicarnos en una lengua común es incompatible con algunos borricos que prefieren no hacerse entender. La estrategia del nacionalismo es producir resquemor, provocación y odio para que demos una mala respuesta y así, sin necesidad de inventárselo, tengan motivo para decir que desde el resto de España les rechazamos. Pero con la conciencia de nuestro «poder de compra» tenemos la opción de sonreír de oreja a oreja, desear lo mejor a esos catalanes intransigentes levantando una copa de buen cava de Almendralejo, Ainzón o Requena (localidades no catalanas), y luego saborear el espumoso con una buena serie de Netflix, en español, naturalmente. Y yo brindo por ello.