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El lunes pasado, el rey Juan Carlos I dejó España y trasladó su residencia a otro país por tiempo indefinido cediendo a las exigencias de una discreta maniobra gubernamental. Se ha producido la paradoja de que la misma opinión pública que exigía con furioso ... clamoreo esa urgente salida, cuando finalmente ésta ha tenido lugar, ha descargado después sobre su protagonista su ira y desprecio. Por eso conviene distinguir entre la decisión de trasladarse y las causas que motivan dicha decisión. La primera seguramente merece aplauso; las segundas, en cambio, censura.

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