Bunkum

Quizá el pelma de Walker no fue sino un pionero que se anticipó en dos siglos a lo que ha venido a ser la comunicación política estándar: monólogos políticos para audiencias que solo abren sus oídos a ese monólogo y lo que con él concuerda. Después de lo que para el resto del universo ha sido una impugnación sin base del resultado electoral y un excesivo calentamiento de ánimos que ha terminado produciendo muertos y penosas escenas en el parlamento donde una vez durmió a las ovejas desde la tribuna el señor Walker, todavía las encuestas muestran que la mayoría del electorado republicano respalda a Trump. Pero no es una patología del liberalismo estadounidense, sino algo más general, debido a que la 'identidad' es el último refugio mental de quienes no quieren documentarse y a que eso ahonda la incomunicación social.

Miren nuestro propio parlamento doméstico. Casi todas las intervenciones son puro 'bunkum' destinado a los propios a través de las redes sociales y los medios de comunicación. A las sesiones se llega ya conversado y negociado. El parlamento solo es el teatro de 'bumkun' para acá, 'bunkum' para allá. Y cuando se da una mayoría absoluta y no existe incertidumbre sobre el resultado, entonces ya es el 'híper-bunkum'. Todos hablan para su particular 'condado de Buncombe'. La deliberación real ha sido transportada a donde no se escucha.