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Como diría Pep Guardiola, los alemanes son los putos amos de la Unión Europea. Así que, una vez más, han puesto su superioridad en la mesa, han dado con ella un fuerte mazazo y exigen que se restablezca el orden jerárquico real, a diferenciar del ... nominal. Digan lo que digan las leyes, el orden real es que el Tribunal Constitucional de Alemania (Karlsruhe, en parla política) está por encima del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE), y el Banco Central de Alemania (Bundesbank) está por encima del europeo (BCE).
Verán; como es bien sabido el BCE ha decidido salvar las economías europeas de los estragos de la pandemia, creando un programa de emergencia para la compra masiva de bonos del tesoro de los Estados miembros, lo que automáticamente se traduce en créditos a dichos Estados. Pero lo hace de forma muy inteligente, puesto que los bonos del tesoro alemán se revalúan, el BCE no sólo compra bonos de Italia y España (evitando que se devalúen en exceso) sino que pide a Alemania que emita bonos para compensar la balanza. A los alemanes les asusta seguir dando a la impresora de billetes porque el resultado, a largo plazo, es la devaluación del euro (que, maldita sea, es su moneda); así que Karlsruhe ha amenazado con bloquear la emisión de bonos alemanes, lo que evidentemente torpedea la estrategia del banco europeo.
Karlsruhe ha ordenado a su gobierno y parlamento que se aseguren de que el programa del BCE no toma medidas desproporcionadas, que serían inconstitucionales, e incluso le pone un plazo de tres meses para que se asegure de que sus políticas económicas y fiscales no sobrepasan el objetivo del programa. Dicho en castizo, que el remedio para el sur de Europa no sea peor que la enfermedad que ello le causaría a Alemania.
Pero es que llueve sobre mojado. Desde que Mario Draghi puso en marcha un programa parecido para salvar a la UE de la crisis financiera en 2010, Alemania ha venido criticando los 'excesos al mandato' por parte del BCE, al que acusa de «financiar ilegalmente a ciertos gobiernos exponiendo a los contribuyentes [se entiende, alemanes] a pérdidas potenciales». De hecho Karlsruhe llevó el caso al TJUE, quien sentenció a favor del BCE. Los alemanes no se lo han perdonado y han reabierto el caso en su tribunal; el cual ha rechazado una parte de la sentencia del TJUE, cuestionando seriamente la aplicación equitativa de las leyes europeas por parte de alguna institución de la UE (no olvidar que Draghi es italiano, Lagarde francesa y el TJUE de Luxemburgo).
Los tribunales alemanes llevan décadas estableciendo una jurisprudencia que pone en cuestión la supremacía de la ley europea sobre la alemana. Esta última movida pretende dejar bien claro quién manda aquí. Es el primer caso en que un tribunal alemán afirma que la jurisdicción del tribunal europeo no está por encima del nacional. Un precedente que atenta contra la columna vertebral del proyecto europeo: sus leyes fundamentales. El CDU de Merkel no se ha parado en barras, ha aprovechado para declarar que «el BCE no tiene el mandato para arrastrar a la UE a una mutualización de las deudas» y reafirma el perentorio plazo de tres meses para que el BCE les proporcione esa información. Puesto en román paladino, significa que el BCE debe romper con la famosa fórmula de Draghi, «haremos todo lo que sea necesario para salir de esta crisis», y se presten a ponerle freno a las intervenciones del plan de emergencia. Yes, bwana.
Sin la menor duda, esta decisión busca abrir la puerta al cuestionamiento de los 750 mil millones de euros que el programa contra la pandemia planea gastar en la compra de los distintos bonos del tesoro europeos. ¡Viva la solidaridad! Si antes había claros obstáculos políticos a compartir los costos de la crisis entre los miembros de la Eurozona, ahora se les judicializa para cimentarlos. Por si fuera poco, el presidente del Bundesbank subraya la importancia de que el BCE respete los límites que se ha autoimpuesto (entiéndase por los representantes alemanes) para proporcionar un margen de seguridad, un límite, en la financiación monetaria de ciertos gobiernos. Es decir, se establece de facto la supremacía del Bundesbank sobre el BCE. Lo cual, de un modo u otro, desembocará en un nuevo 'yes, bwana'.
Como digo, esto debilita al tribunal europeo y a su banco central. Incluso si no hay una sentencia firme al respecto, la espada de Damocles pende sobre sus cabezas. De lo cual tomarán buena nota todos los gobiernos dentro y fuera de la UE. Para empezar, Hungría y Polonia verán reforzadas sus posiciones de cuestionar la intromisión de la UE en sus reformas judiciales, de cara a establecer el partido único y romper la separación de poderes. En la misma medida que triunfe el populismo nacionalista se irá desintegrando el proyecto de la UE. Los alemanes, sin querer queriendo, le han puesto otro clavo al ataúd. Es de temer que quieran consolidar una Europa de dos velocidades, donde Alemania esté al timón de la nave.
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