Secciones
Servicios
Destacamos
Miscalculation, ésta es la cuestión. Se lo dijeron a Joe Biden los analistas de los principales 'think tank' norteamericanos antes incluso de que el presidente tomara posesión. Y antes incluso de que la Casa Blanca elaborara el documento orientador de la nueva estrategia exterior ... y de defensa en el que se anuncia la vuelta de los Estados Unidos al tablero de la política internacional como líder de los valores democráticos, los derechos humanos y de una coalición multipolar de aliados democráticos (QUAD, OTAN, potencias medias). Con intereses nacionales y visiones para afrontar los retos que se avecinan. China como el inevitable rival; la digitalización como el entorno inevitable; la recuperación social y económica como desafío esencial; y la democracia liberal como un bien político global, definitivamente vulnerable. El cálculo de errores y la acción política combinadas en este revuelto de principios y objetivos sin cohesionar, inteligentes, artificiales y geopolíticamente complejos, ha convertido la vuelta de Biden en un 'Big data' de medidas, vacunas, declaraciones, advertencias y gestos donde al simplismo provocador de Trump le ha sucedido de la mañana a la noche un discurso presidencial aparentemente descoordinado, pero estratégicamente certero: Estados Unidos ha vuelto para ser lo que ha sido y va a seguir siendo lo que es. Este es el mensaje.
Amenazar a Rusia, acusar a Putin y vigilar la actividad rusa hasta en el Ártico, después de haber firmado la prolongación del Tratado Start III. Plantear la exigencia fiscal a las grandes corporaciones tecnológicas y multinacionales para calmar a los debilitados miembros de la OCDE y remover los privilegios de los paraísos favorecidos por la globalización. Regular los mercados digitales para recuperar el liderazgo tecnológico no solo en la innovación sino también en el desarrollo de la transformación económica y social. Promover los valores de la diversidad, la inclusión y el progreso liberal en foros e instituciones convencionales y en otros de renovada creación. Señalar y actuar mediante sanciones económicas y medidas ambientales sobre los territorios emergentes.
El mundo de Biden es un mundo en fase de reconfiguración en el cual Estados Unidos no manda ni influye como antes, aunque pretende mandar e influir como nunca. Ahora con rivales y socios redefinidos y con capacidad autónoma en cada caso, para elegir entre la democracia y los autoritarismos con la misma facilidad con la que antes de la caída del muro se elegía libremente entre la Coca Cola o la Pepsi, o se asumía la imposición de beber o no beber refrescos de cola. Pero reconstruir el orden liberal cuando el liberalismo no es capaz de proponer su reforma, ni cuando el propio desorden puede ser calificado de liberal ni de ninguna otra manera, genera dudas y tensiones que la doctrina ha denominado como, la competencia geopolítica entre potencias.
Competimos. Ésta es la palabra en un mundo donde los errores de cálculo, multiplicados por la propaganda, se esconden en los mensajes sin emisor de las redes sociales y en la acción desestabilizadora de los rivales, de antiguos socios y algunos amigos. Turquía pugna con Europa y busca un lugar entre continentes que los enfrentamientos entre potencias, le puede proporcionar. Rusia trabaja con audacia la expansión de su territorio Ártico sin darse cuenta de la trampa de aislarse con sus fronteras euroasiáticas en Europa, Oriente Medio y Asia. China construye la ruta de la seda, pero no consigue reconstruir la unidad con Taiwán ni consolidarla en Hong Kong nada más que con la fuerza. Europa se deshace en la política y no se rehace en la economía. En el Mediterráneo navegan el conflicto y la prosperidad en la misma cubierta. Oriente Medio reluce y al mismo tiempo se apagan las aspiraciones políticas como una vela.
Joe Biden es el resultado político de una pandemia social y económica de la cual Estados Unidos todavía no ha salido. Pero tiene la ventaja de la experiencia, la información y el conocimiento. Los 'think tanks' le han advertido sobre la complejidad global que le ha tocado presidir y la manera de hacerla frente. Calcular sin descanso con datos en constante evolución y no cometer errores insalvables en los cálculos. Para fijar la fecha de la retirada de tropas de Afganistán o para elaborar una respuesta modulada, creíble e incluso militar, frente a la presión china sobre Taiwán. A día, de hoy, para Biden, ésta es la principal cuestión.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.