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Lo último que necesitamos era una especie de «maldición azteca»

Lunes, 1 de abril 2019, 08:45

Lo más terrible del oriundo cántabro que reclama a España una disculpa por la conquista de lo que luego fue México (¿qué podemos esperar de alguien cuya referencia catastral en el mundo es 'La Chingada'?) es que tira por tierra la enésima esperanza de resurrección ... del proyecto de Comillas. Porque López Obrador iba a crear con nuestro presidente la «nueva hispanidad», y ahí pillaríamos cacho. Pues ahora parece más difícil. Antes de este disgusto, se había desvanecido la misteriosa promesa del pasado verano en La Moncloa, que preanunciaba un notición sobre Comillas, que tampoco se sustanció. Es milagroso que aún seamos tan crédulos. Lo que sí se ha avanzado es en posibilitar el alquiler de espacios del Seminario para eventos no educativos y no científicos. Que es el reconocimiento implícito de una infrautilización, de un escaso rendimiento social de la enorme inversión realizada en el lugar, y de que no hay a corto perspectivas mucho mejores. Inversión, además, incompleta, pues la mitad occidental del Seminario Mayor sigue sin rehabilitar y en riesgo de ulterior deterioro, y del resto de edificaciones nada se sabe. La falta de continuidad en los proyectos es una característica típica de Cantabria. Un día vamos a ser el mayor parque eólico del orbe o el principal educador de español en el planeta, y al otro ya ni hablamos del asunto.

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