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Por la cuenta que me tiene, no pienso reírme nunca más de ningún calvo o calva, y menos contar chistes al respecto, a ver si le va a dar a alguien por imitar la bofetada de Will Smith. Era muy joven cuando me reí ... de un calvo por primera vez. Fue viendo un partido de fútbol por televisión. El remate de cabeza de uno de los jugadores despejó el balón y también se llevó el peluquín que disimulaba su calvicie. Me partí de risa, pero mi sensación dejó paso a una empatía con el futbolista cuando, avergonzado, salió huyendo del campo sujetándose el postizo sobre su cabeza con ambas manos. Me acordaré siempre del bochorno de aquel jugador, el sportinguista Crisanto Valdés, ya fallecido. Menos mal que años después, en los noventa, Iván de la Peña comenzó a poner de moda jugar sin pelo y sin complejos, algo que se ha normalizado en la calle, mostrando lo bello que puede ser la cabeza despejada de un hombre.

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eldiariomontanes Calvos y calvas