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Pronto va a hacer un año que el presidente Revilla, en la conmemoración de la Bien Aparecida, patrona de Cantabria, proclamó que la recuperación económica ... era un hecho. Eran los últimos días de un verano de gran éxito turístico, la larga y dura pandemia parecía controlada y todavía faltaban cinco meses para que la invasión rusa de Ucrania desencadenase otra crisis global de gravísimas consecuencias. Era, en fin, un panorama estimulante, el indicio de que las elecciones autonómicas y municipales de 2023 se celebrarían en el escenario de bonanza que acariciaba el Gobierno de coalición presidido por Revilla. Pero ese horizonte luminoso se ha oscurecido desde entonces y ahora las urnas se aproximan envueltas en la incertidumbre, en el riesgo de recesión y la penuria que amenazan principalmente a los partidos gubernamentales.
Revilla ha mantenido contra viento y marea su discurso optimista en el debate sobre el estado de la región, en el Día de las Instituciones en Puente San Miguel, en el Día de Cantabria en Cabezón de la Sal, en todas las fiestas, foros y comparecencias mediáticas, frente a los pronósticos agoreros que dominan la conversación pública.
Los deseos no se ajustan a la realidad. A cada dato positivo como el del empleo en julio, que en agosto ya se ha truncado, o la alta ocupación turística del verano, se oponen otros lamentables como el declive del PIB cántabro hasta el último puesto del escalafón nacional o la caída del consumo de alimentos por la inflación disparada. La práctica totalidad de los indicadores económicos actuales y las previsiones de futuro son preocupantes, no ya en Cantabria, sino en el conjunto del país.
Los partidos de la oposición y sus analistas más afines describen un panorama apocalíptico, pero es que hasta el Gobierno Sánchez admite que todos debemos prepararnos para enfrentar tiempos difíciles. Para hacerlos aún más graves, se avecina un clima de conflictividad social, alentada desde el Gobierno central por el interés político de la vicepresidenta Yolanda Díaz en su pulso con los empresarios.
En Cantabria, si la crisis se instala en todo el tejido productivo, si cada vez más familias llegan con dificultades o directamente no llegan a fin de mes entonces no va a servir el mensaje habitual del Gobierno Revilla de que la comunidad evoluciona mejor que la media nacional ante las dificultades ni resultarán muy estimulantes las primeras piedras de las obras del Mupac o La Pasiega que el Ejecutivo maneja como hitos de un futuro próspero.
La paralización de Ferroatlántica por el sobrecoste energético es un mal augurio. Incluso para el optimista Revilla, que ahora reclama la intervención urgente de la UE para evitar una cascada de cierres industriales. Zuloaga prefiere creer que es un problema puntual que se solucionará pronto.
La crisis tiende a golpear a los partidos en el poder. A Sánchez, por ejemplo, tampoco le sopla el viento tan a favor como quisiera. La 'alianza Frankenstein' le funciona para salvar las votaciones en el Senado una y otra vez y para asegurar la legislatura, a cambio de bochornosas cesiones a los independentistas, pero en las encuestas no aprueba ni de lejos, en contraste con el sostenido avance de Alberto Núñez Feijóo, al que el inquilino de La Moncloa le copia la rebaja del IVA del gas para recuperar fuelle. El PP cántabro insiste en que Revilla también se va a ver penalizado por su dependencia política del declinante Sánchez y el PSOE.
Revilla quería aprovechar el final del verano o el principio del otoño para hacerse un exhaustivo chequeo que permita a los médicos autorizarle a seguir en la primera línea política una legislatura más. Mientras tanto, ha tenido tiempo para tomarle la temperatura a las inciertas expectativas de los cántabros y su eventual impacto en las urnas de mayo. Por desgracia, el personal no comparte el optimismo, sincero o impostado, con que el presidente ha adornado sus discursos hasta ahora.
Los dirigentes regionalistas han reiterado el mensaje de confianza del jefe, pero la procesión va por dentro. En realidad se malician que los comicios autonómicos y locales, a nueve meses vista, no van a ser el paseo triunfal de 2019, porque la tendencia económica es negativa y el PP anda crecido. Como para no contar con Revilla en el cartel, por más achaques y desgaste que acumule. El congreso regionalista, en noviembre, espera aclamar a su fundador y renovarle como secretario general y candidato autonómico una última vez.
En el Gobierno regional, en el PRC y en el PSOE, mientras preparan planes de ahorro energético se disponen a tirar la casa por la ventana para llegar a las urnas en la mejor situación posible. Todos los recursos disponibles al servicio de la causa en el curso político que ahora se inicia. O sea, como dice tan gráficamente el superconsejero López Marcano a la hora de anunciar las ayudas a empresas y autónomos, en la industria o el turismo, el dinero tiene que fluir 'a todo meter' para salvar los muebles en mayo.
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