¿Cambios en el modelo productivo de Cantabria?
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No es fácil, pero a pesar de los efectos del Covid-19 la región sigue teniendo «músculo industrial»El debate sobre el cambio de modelo productivo tiene ya una larga tradición entre nosotros. Que recuerde, ya a mediados de los años setenta del ... pasado siglo, con la primera crisis del petróleo, se empezó a hablar sobre la cuestión y, aunque nunca se abandonó del todo, fue la crisis de 2008, la Gran Recesión, la que lo volvió a situarla en el candelero. Más recientemente, y al socaire de la crisis industrial que padece Cantabria (España y Europa también), la conveniencia o necesidad de cambio del modelo productivo ha vuelto al primer plano. Centrándonos en nuestra comunidad autónoma se ha creado incluso una mesa por el cambio del modelo productivo que, conformada por el Gobierno, los sindicatos y la patronal, trata de establecer las líneas maestras por las que debería discurrir tal cambio.
Entendiendo por modelo productivo el patrón de especialización sectorial de una economía, el deseo de cambio tiene que provenir, creemos, de una insatisfacción con el modelo presente, porque el mismo no es suficientemente eficiente y competitivo y/o porque no nos proporciona el nivel de bienestar individual y social al que aspiramos.
De acuerdo con el análisis económico, dos son los principales elementos que determinan un modelo productivo: la abundancia relativa de factores y la productividad de las diferentes actividades económicas. Por su propia naturaleza, cambiar ambas cosas es complicado, es costoso y llevará mucho tiempo (probablemente, una generación o más), por lo que habría que ser muy cuidadoso con el modelo hacia el cual se quiere caminar.
Es el análisis económico el que nos da las principales pautas de comportamiento. Tres son las palancas sobre las que tendría que sustentarse el cambio deseado: el capital humano, la inversión en I+D+i, y la inversión en infraestructuras de red.
¿Cómo está Cantabria en estos tres ámbitos? Como siempre, depende de con quién nos comparemos, pero si lo hacemos con los mejores (que es con quienes debemos hacerlo en un mundo cada vez más globalizado), la situación no es demasiado buena. Aunque en términos formales nuestro capital humano está bastante bien formado, se plantean en nuestra comunidad problemas tanto de infracualificación como de sobrecualificación, lo que es un claro reflejo de que el sistema vigente no es todo lo eficiente que debiera. Aunque son muchos los ámbitos en lo que aquí cabría actuar, coincido con el consejero de Industria del Gobierno cántabro en que un eslabón perdido entre la formación convencional y la industria es el de las escuelas de aprendices.
En materia de I+D+i estamos mal sin ningún género de paliativos. Y estamos mal porque invertimos muy poco, de forma descoordinada y con grandes baches temporales. Aquí, nuestro principal hándicap está en la inversión privada, que es extremadamente reducida, en gran parte por el pequeño tamaño medio de nuestras empresas. Aumentar el tamaño de las mismas es, por lo tanto, imprescindible si queremos más inversión en I+D+i para ser más competitivos, exportar más y mejorar nuestro nivel de vida. La política de fomento de clusters (agrupaciones de empresas del mismo sector o con los mismos problemas y/o proyectos) es un instrumento indispensable para aumentar el tamaño empresarial, pero tendría que verse acompañada por medidas fiscales, financiera y administrativa.
En cuanto a las infraestructuras de red, estamos relativamente bien situados excepto en un aspecto crítico: el transporte de pasajeros y mercancías por ferrocarril, y no sólo con la Meseta sino, también, con el País Vasco y, consecuentemente, con Europa.
¿Es posible en estas condiciones cambiar el modelo productivo hacia uno que sea industrialmente potente, ambientalmente sostenible, y que esté basado en la digitalización y la robótica? A priori, me atrevería a decir que sí porque, pese a que la crisis se ha visto acrecentado por el Covid-19, seguimos teniendo «músculo industrial» y porque las palancas antes mencionadas (capital humano, I+D+i e infraestructuras) tampoco son desdeñables, aunque susceptibles de mejora. Hay dos factores adicionales que considero básicos para el éxito en el cambio de modelo productivo: contar con la financiación necesaria (para lo que habría que reforzar los mecanismos actuales) y que, en contra de lo que es habitual, todos los agentes sociales remen en la misma dirección.
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Ana del Castillo
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