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El verano llegó y el PP de Cantabria que contaba tener ya resuelto su congreso regional tendrá que esperar hasta el otoño, no antes ... de octubre, con año y medio de demora, y ya bien entrado el curso político que conducirá hasta las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Demasiado retraso para solventar factores tan importantes como el de consagrar el liderazgo y rearmar al partido para el relanzamiento ante el desafío de las urnas.
La verdad es que la situación es similar en otros territorios porque las elecciones andaluzas han ralentizado el calendario de congresos. De los once que estaban pendientes desde hace muchos meses sólo se han celebrado los más urgentes: el de Madrid, que reclamaba con premura Isabel Díaz Ayuso y que desató el conflicto con Pablo Casado y su gente, y el de Galicia, que se hizo perentorio una vez que Alberto Núñez Feijóo dejara la Xunta y la política gallega para ponerse a los mandos del partido en toda España desde la sede madrileña de la calle Génova. En unos días se celebrarán los de Extremadura y Murcia. El de Cantabria, ni se sabe de momento. La convulsa política nacional es otro factor de incertidumbre.
La presidenta del PP cántabro, María José Sáenz de Buruaga, respetuosa con el proceso y el calendario congresuales, ni siquiera se ha confirmado formalmente como candidata a renovar su mandato, pero en su equipo dirigente están seguros de que le salen las cuentas para imponerse ante un improbable adversario.
Bien, así será, pero en Génova nunca faltan sigilosos 'fontaneros' partidarios del relevo, los que creen que el partido que comanda Buruaga no tiene posibilidades de ganar en los próximos comicios regionales y sugieren las alternativas habituales para asumir el liderazgo, como Íñigo de la Serna o Gema Igual.
Al funesto augurio electoral replican los populares cántabros con un sondeo del mes de enero que les otorgaba la victoria con 13 escaños, un registro que, creen, ahora sería todavía mejor con el avance del partido en toda España merced al 'efecto Feijóo' y la contundente victoria en Andalucía. Otra cosa es si el primer lugar del escalafón les serviría para sumar una mayoría con Vox, para hacer prosperar una negociación con el PRC o para seguir en la desapacible oposición.
La cúpula del PP cántabro prefiere creer a pies juntillas que no habrá interferencias de Madrid en los congresos regionales, tal como han dicho el gran líder Feijóo, el vicesecretario de Organización Miguel Tellado y hasta la jefa de éste, Cuca Gamarra, aunque ella les resulta algo menos fiable por venir de la etapa anterior, cuando Pablo Casado y Teo García Egea hacían y deshacían en todos los territorios. En Cantabria, desde suspender la renovación de las juntas locales que iba a ganar por goleada el oficialismo de Buruaga hasta paralizar durante nueve meses las nuevas afiliaciones captadas en la comunidad. O imponer como candidata autonómica a Ruth Beitia en aquel episodio que terminó como el rosario de la aurora. Eso no pasará con Feijóo al mando, aseguran en la dirección del PP regional.
En el sector crítico, sin embargo, no descartan que Génova haga valer su poderío para forzar cambios en Cantabria. En la época de Casado y García Egea pudo ser que en algún momento Gema Igual se dejase convencer para aspirar al mando del partido, ahora se la ve más centrada en defender la alcaldía santanderina, la gran fortaleza del PP de Cantabria, pero mantiene contactos políticos en otros municipios. Unos y otros guardan las formas, pero la relación de confianza entre Igual y los dirigentes del partido es manifiestamente mejorable.
En todo caso, lo que resultaría letal para el PP es otro virulento congreso como el que en 2017 Buruaga ganó por cuatro votos a Ignacio Diego, que aún levanta muchas ronchas. En la ejecutiva del PP ponderan la unidad y el optimismo que se detecta en el partido en los últimos tiempos, después del rapidísimo tránsito entre la tremenda crisis interna que significó el conflicto de Casado con Díaz Ayuso y el nuevo liderazgo de Feijóo que ha contribuido al éxito en las urnas andaluzas y ha catapultado al partido en todas las encuestas. Si en las elecciones de 2019, el PP cántabro acusó el mal momento de la organización, ahora se ve capaz de ganar las elecciones dentro de diez meses. El logo del PP, que los candidatos municipales consideraban entonces un lastre que convenía disimular, ahora vuelve a ser un distintivo de éxito, presumen sus dirigentes,
En la cúpula popular creen que el congreso debe ayudar a cerrar definitivamente las heridas y a recuperar el entusiasmo electoral. Nada de 'pasar a cuchillo' a los disidentes, como los parlamentarios nacionales más afines a Casado y García Egea. Pero si el oficialismo de Buruaga sale reforzado en el congreso, será difícil que repitan en las listas de las Cortes. Sin ir más lejos, al diputado en el Congreso Diego Movellán le ven en Cantabria y en Madrid de vuelta a la política municipal en Camargo, donde fue elegido alcalde por mayoría absoluta en 2011.
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