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La promesa de la vacuna es un arma de doble filo. Sabemos que, de ordinario, se necesitan años para desarrollar una, pero la actual crisis ... sanitaria ha generado una expectativa inusual entre la mayoría de la gente. Resumiendo, se pueden seguir cuatro vías diferentes para conseguir una vacuna:
1. La estrategia clásica, que consiste en inocular una versión inactivada o debilitada del virus, que no debería ser capaz de desarrollar la enfermedad, para que el sistema inmunitario lo detecte y genere defensas. El principal obstáculo que tiene este enfoque es la lentitud en la producción, ya que se deben hacer cultivos masivos de virus. Dos empresas chinas tienen adelantada esta vacuna.
2. La vacuna genética, que introduce material genético del virus en una proteína o un plásmido que lo transporta hasta el interior de nuestras células. Allí, nuestro cuerpo genera las proteínas víricas y, a continuación, el sistema inmunitario las detecta y produce defensas. No se introducen virus en el cuerpo, sino que se proporciona un 'manual de instrucciones' en forma de ADN o ARN para que el cuerpo detecte una señal de alerta y, a partir de ahí, empiece a fabricar anticuerpos contra esa amenaza. Esta es la vía de Moderna, entre otros.
3. La vacuna de vector, que consiste en utilizar un virus diferente, por ejemplo un adenovirus, de peso molecular pequeño, sin apenas cobertura externa y con poca capacidad de replicarse, para insertarle partes del SARS-CoV-2, los genes que codifican la proteína S. Esta mezcla de patógenos, aunque resulta débil, logra provocar la respuesta inmunitaria. Por aquí han optado la Universidad de Oxford y Cansino, con vacunas en fase de ensayo.
4. La vacuna basada en proteínas, en la que no se inocula el virus, sino una proteína del mismo, la famosa proteína S en este caso, o incluso solamente una parte de ella. El sistema inmunitario fabricará anticuerpos contra ella que serán efectivos contra el virus. Es el camino escogido por Novavax.
Cada una de estas estrategias tiene ventajas e inconvenientes. La vacuna genética o la de proteínas no introducen virus en el organismo, por lo que se les considera más seguras. La vacuna clásica está más que probada, pero ninguna vacuna humana aprobada utiliza la técnica genética ni la de vector. Se desconoce todavía si una vacuna de proteínas será capaz de generar inmunidad fuerte y duradera contra el virus.
Además, la carrera no termina con la obtención de la vacuna, se calcula que hay que producir y suministrar unos 4.000 millones de dosis para acabar con la enfermedad, y eso si no aparecen mutaciones estacionales que nos obliguen a variar frecuentemente la vacuna.
Sentimos la necesidad de disponer de la vacuna, pero esta no debe ser conseguida a cualquier precio. Ya hemos probado que tenemos otras armas contra el virus, así que seamos prudentes.
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