La campeona y el campeón

Este premio no debería sorprendernos, porque nuestras vacas, sobre todo las frisonas de leche, tienen merecida fama que con triunfos como este se extiende fuera de nuestras fronteras. La genética de la cabaña cántabra dio hace décadas un importante avance gracias a Sultán, un famoso semental adquirido por el Gobierno cántabro de Juan Hormaechea que se dio en promocionar como «el toro del millón de dólares». Sultán, que venía de Canadá, se mantuvo en el Centro de Inseminación de Torrelavega hasta que con tanto salto y eyaculación pasó lo que tenía que pasar, que el pobre toro se quebró ante la exagerada explotación sexual a la que fue sometido, porque fueron unas 50.000 dosis seminales las que se extrajeron del esfuerzo de su naturaleza para ser congeladas e ir mejorando la raza a lo largo de los años. Ni siquiera una delicada operación quirúrgica en una clínica veterinaria de Alicante pudo recuperar el buen estado de forma del animal, que finalmente fue sacrificado. Triste destino para un toro que al menos dejó cantera para el futuro, consuelo al que también debería acogerse nuestra selección nacional.