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Recuerdo las palabras que pronunció Pedro Zerolo cuando se aprobó hace 15 años la ley que reconocía el derecho a contraer matrimonio a las personas del mismo sexo. Con su brillante dialéctica reflejó una verdad incontestable: «Los homosexuales no somos orientaciones sexuales ... que vagamos por el espacio: somos sus hijos, sus hermanos, sus compañeros de grupo, sus colegas de partido...». España daba un paso irrevocable en el reconocimiento de la diversidad. Ahora Cantabria da un paso más con la aprobación de la primera Ley LGTBI, que ha salido adelante con una mayoría categórica gracias al impulso del PSOE y de colectivos que, como Alega, lideran la lucha por mejorar nuestro modelo de convivencia.
La aprobación de esta ley es la respuesta social y política a la realidad de una Cantabria diferente, decidida a eliminar los prejuicios que todavía hoy continúan existiendo. Y eso nos hace mejores. La ley de Cantabria de garantía de derechos de las personas lesbianas, gais, trans, transgénero, bisexuales e intersexuales y de no discriminación por razón de orientación sexual e identidad de género es el primer paso que damos, con el firme compromiso de no dejar a nadie atrás y de no ser el último. Entiendo la política como una herramienta para sumar a partir de planteamientos ideológicos separados. Las aspiraciones iniciales de esta ley, que han tenido que ser aplazadas para conseguir el apoyo mayoritario del Parlamento de Cantabria, son ahora un empeño político en el que los socialistas trabajaremos para su incorporación definitiva. Una mayoría de nosotros hemos crecido rodeados de mensajes de rechazo hacia la diversidad sexual. Han sido demasiados los hijos, amigos de la infancia o compañeros de trabajo que han sufrido la negación, la persecución social e, incluso, la ilegalización de su diversidad sexual e identitaria.
Esta ley actuará como dique de contención al odio a lo diferente y tenemos trabajo por delante. Todavía hay menores en Cantabria que conviven con la violencia que representa el empeño inflexible de quien se niega a aceptar que un simple nombre o una definición binaria de género ya no caben en una Cantabria diversa, diferente. El género y la orientación sexual forma parte esencial de nuestras formas de ser, de vivir, de sentir y de trabajar. Quiero acabar recordando de nuevo las palabras de Pedro Zerolo, que abrió camino y ganó espacio a la intolerancia. Esta ley llega a Cantabria para asegurar que en nuestro modelo de sociedad cabemos todos y todas, amemos como amemos y a quien queramos amar. Y siempre desde la tolerancia, en defensa de los derechos humanos, por solidaridad y convencimiento, y para avanzar hacia esa Cantabria abierta que tantos defendemos.
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