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El presupuesto de Cantabria, para el año 2020, está ya redactado y listo para ser tramitado en el parlamento regional. El gobierno cuenta con mayoría ... en la Cámara y, en consecuencia, se aprobará con ligeras enmiendas y será la hoja de ruta para los próximos doce meses. Es un axioma, para los analistas políticos, que esta ley de presupuestos es la más importante de todas las que se debaten… pero realmente no es así. Basta con repasar las cuentas vigentes para este 2019, que agoniza, y comprobar como una serie importante de partidas se han quedado sin ejecutar, mientras que ha habido gastos e inversiones realizados fuera de la documentación presentada en su momento.
La propia palabra presupuestos, ya indica con claridad que se trata de hacer supuestos previos, lo que equivale a dibujar unas líneas maestras, pero que muchas iniciativas se desarrollarán sin estar contempladas en estas cuentas y otras, escritas y aprobadas, se quedarán en el cajón de la historia. Y esta certeza atañe a todos los presupuestos de países o regiones. Por ello, lo que han preparado las diferentes consejerías para el año que viene debe tomarse únicamente en sus líneas generales, porque, si se entra en el detalle, una buena parte de lo anunciado no es más que humo.
Lo que si es una constante es que las partidas destinadas a gastos corrientes siempre se consumen íntegramente y, en frecuentes ocasiones, sobrepasan lo previsto. Donde se reducen las cantidades anunciadas es en el capítulo de inversiones. La explicación reside en que ejecutar proyectos es complicado por la gran trama de regulaciones y requisitos a cumplir, mientras que el gasto carece de controles de la misma intensidad.
De un ejemplo reciente informa El Diario Montañés del pasado 25 de noviembre: «Cantabria ejecuta hasta octubre sólo 82 de los 180 millones para inversiones». Es decir que, como ya es habitual, lo previsto para inversiones no se consumirá y la partida real será menor, mientras que la consignación para gastos no solamente será empleada al completo sino que se rebasará. La prueba es que el ejecutivo regional ha tenido que destinar fondos previstos para sanidad y otros capítulos al gasto corriente debido a una falta de liquidez.
El presupuesto que se aprobará en Cantabria para el año 2020 indica una tendencia preocupante: se reducen las inversiones y se incrementa el gasto en salarios, servicios y ayudas. Una forma de mantener y elevar el nivel del estado de bienestar. El problema surge cuando se analiza más en profundidad esta forma de enfocar la situación, porque esa decisión de gastar más en los servicios de atención, a costa de reducir las inversiones, supone que estamos consumiendo nuestras propias reservas y que renunciamos a potenciar los instrumentos para crear riqueza en el futuro.
El freno a las inversiones supone cortar las bases del crecimiento. Dicho de manera simple: Cantabria mantiene sus servicios a costa de consumir sus recursos, de manera que, al no generar nuevas fuentes de ingresos, en muy pocos años no habrá dinero para sostener servicios y prestaciones. Una visión cortoplacista que limita el futuro de quienes habitamos en esta región.
El problema, en principio, parece irresoluble, ya que no parece factible reducir las prestaciones en educación, sanidad, dependencia etc. para equilibrar las cuentas… a no ser subiendo impuestos, lo que conduce a debilitar la economía. La forma de encontrar una salida del laberinto requiere sensatez, aplomo e inteligencia. Se debe partir de una certeza: no por gastar más dinero en sanidad se logra una mejor atención y lo mismo sucede con otros servicios públicos. La clave reside en revisar costes de forma que, con una mejor gestión, se logre que la calidad de las prestaciones se mantenga y al mismo tiempo reducir los costes.
Los ejemplos existen y están a la vista, ya que una plaza educativa en un colegio concertado es más barata que en un centro público, sin que por ello se reduzca la calidad de la enseñanza. Es preciso tener en cuenta que la existencia de centros médicos y hospitalarios privados, que atienden a sus asegurados, está aliviando la sobrecarga que sufren las consultas y hospitales públicos. En la concertación de servicios puede estar una salida a esa situación que impide rebajar el elevado nivel de gasto en sanidad y educación.
En cualquier caso, no es adecuado para Cantabria esta tendencia a reducir las inversiones, deriva que se mantiene en los últimos años, porque si no se siembra para el futuro lo que estamos haciendo es claramente equivocado. Y no se trata de llevar a cabo inversiones faraónicas que, en muchos casos no suponen creación de nueva riqueza ni más puestos de trabajo, sino en acciones que pueden generar más gasto corriente en el futuro. Las partidas destinadas a la inversión deben planificarse con el criterio de que sean iniciativas capaces de desarrollar proyectos económicamente auto sostenibles.
Para afrontar el nuevo periodo legislativo regional (2019/2023) se parte de una situación inusual, como es que el gobierno de España lleve muchos meses, bien en periodo preelectoral o bien en funciones. Esto condiciona, en gran parte, la capacidad operativa del ejecutivo de Cantabria y para compensarlo una medida adecuada puede ser fijar objetivos que afecten directamente a las metas que tiene marcadas nuestra región desde hace muchos años, de forma que mediante actuaciones excepcionales se puedan iniciar actuaciones que ahora dormitan en los anaqueles de la administración.
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