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Resulta infrecuente que los diferentes partidos políticos, sindicatos, empresarios y expertos coincidan en la valoración de una medida, por ello es muy relevante el hecho de que exista unanimidad sobre la importancia de las vacunas contra el covid-19 y la urgencia en su aplicación. ... Las diferentes fórmulas para eludir la pandemia son el gran remedio para salvar vidas y evitar que la ya muy deteriorada economía desemboque en una crisis tan grave o más que la provocada por el virus.
Esta absoluta unidad de criterio choca contra la realidad. El Diario Montañés del pasado día cinco de diciembre titulaba en su portada: «Cantabria, a la cola en su vacunación» y ese «a la cola» estaba en el sentido que la Real Academia Española acepta: «Hombre que está en el último lugar de una competición o juego». Una forma elegante de describir al más torpe o inútil. Y es que nuestra comunidad apenas ha utilizado los ya de por si escasos viales recibidos desde el Gobierno de España.
La pérdida de un solo día en la tarea de inmunizar a la población supone arriesgar vidas y agravar, más si cabe, el colapso de la economía con su consecuencia de paro, pobreza, enfermedades mentales, etc.
¿Cómo es posible que en una situación excepcional, con el estado de alarma en vigor, se produzca un hecho como este? La pregunta debe ser respondida por los responsables del Gobierno de Cantabria, que hasta la fecha apenas si han ofrecido explicaciones coherentes. Tanto desde el Gobierno de España, como desde el de Cantabria se han aplicado medidas excepcionales: confinamientos, cierres de negocios, paralización de una buena parte de la actividad, etc. por ello carece de sentido que esas mismas medidas excepcionales no se utilicen para acelerar, al máximo posible, la vacunación.
La única medida conocida ha sido el cese de la directora general de Salud Pública, una decisión que pone en evidencia que desde hace semanas existía una profunda discrepancia entre ese alto cargo y el propio consejero. En etapas de tan alto riesgo, como la presente, el retraso en la toma de decisiones es un error que conlleva consecuencias negativas.
En un momento como el actual, que no tiene precedente en el último siglo, se precisan medidas excepcionales, como las que se han decretado para restringir derechos de los ciudadanos. Por esa razón, resulta obligado que se implementen medidas extraordinarias en el resto de los ámbitos sanitarios. No se comprende que durante los días festivos navideños se interrumpiera el proceso de vacunación, como tampoco es razonable que solamente existan cuatro equipos, compuestos por dos personas cada uno, para afrontar la campaña de vacunación. Existen otras muchas posibilidades de acelerar el proceso sin por ello poner a nadie en riesgo.
Cuando escasean los recursos humanos y materiales hay que trazar senderos alternativos. Es posible contar con personal sanitario de la Cruz Roja perfectamente formado para dispensar las vacunas. Además, existe la oferta de la ministra de Defensa de poner a disposición de los Gobiernos regionales el personal sanitario del ejército. Por si todo eso fuera poco cabe la posibilidad de movilizar a enfermeras y médicos jubilados para que, bien mediante voluntariado o con una remuneración complementaria a su pensión, formen equipos para vacunar a la población.
Es necesario insistir que ante una pandemia como la del covid-19 se exigen acciones extraordinarias, porque es evidente que con los medios creados para una situación de normalidad no es posible afrontar el problema. Si a esas acciones ya descritas se suma la colaboración con la sanidad privada será posible llevar en mucho menos tiempo las vacunas a la población.
La aprobación de la vacuna del laboratorio Moderna es otra buena noticia que, si se hacen las cosas bien, pondrá en pocos días millones de dosis al alcance de los españoles. Con estos instrumentos no se entiende que los equipos sanitarios para implantar la vacuna no estén ya definidos y desarrollados y que no se active a todos los sanitarios capaces de llevarlos a cabo.
La extensión de la vacuna es, en este momento, un asunto trascendental y por ello debe informarse con detalle y agilizar el ritmo de vacunación. Cada día deberíamos saber cuántos cántabros han sido inmunizados.
Los errores cometidos en estas primeras semanas pueden tener un aspecto positivo: la obligada adopción de medidas extraordinarias de manera inmediata, para que con las nuevas aportaciones de vacunas se incremente de forma notable el proceso de inmunización de los españoles.
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