Secciones
Servicios
Destacamos
Cuarenta años es un periodo de tiempo suficiente para analizar, con rigor, la evolución de cualquier colectivo humano. El 30 de diciembre de este ... año se conmemorará el cuadragésimo aniversario del nacimiento de la comunidad autónoma de Cantabria. El momento en que se ejecutó un 'Cantabriexit' respecto de Castilla para iniciar una etapa de autogobierno. Buen momento para un análisis en profundidad de lo sucedido en estas cuatro décadas y, en consecuencia, para extraer conclusiones que permitan enmendar errores e incidir, con más fuerza, en los aspectos positivos.
El pasado 20 de febrero, en estas páginas, Juan Luis Fernández trazó un ajustado mapa de la deriva hacia la inanidad de nuestra comunidad. Los datos son elocuentes: Cantabria ha pasado de ser una provincia con mejor renta per cápita que la media española a estar por debajo la media. Cantabria es la segunda región en la que menos creció la economía en ese periodo y se ha quedado atrás respecto a la 'madre' Castilla, que era una región con una economía menos desarrollada. La población ha crecido también por debajo de la media española.
Antes de seguir escribiendo es preciso dejar algo claro: la causa fundamental de este declive no es la autonomía uniprovincial, otras en las mismas circunstancias ha tenido resultados positivos, ni la separación de Castilla: la razón de este largo periodo de decadencia reside en nuestra propia gestión, en la de los diferentes gobiernos regionales y en una mentalidad conservadora e inmovilista de una buena parte del pueblo cántabro.
El balance de estos últimos cuarenta años –algo más que el periodo franquista– no es, en absoluto halagüeño y puede ser esa efeméride un buen momento para reflexionar sobre las causas del retraso de Cantabria, de la pérdida de empuje y de la inacción ante claras oportunidades de desarrollo. Si estudiamos el componente político, vemos que a lo largo y ancho de estos cuarenta años han gobernado los tres grandes partidos: el PRC, que de una u otra manera ha estado en casi todos los gobiernos, el PP y el PSOE que, por su parte, han gobernado en diferentes periodos, generalmente en coalición con el regionalismo.
Se puede buscar un culpable en el gobierno central, en el eterno estribillo de Madrid, pero creo que no sería justo. El gobierno de España ha tenido a las dos grandes formaciones políticas al frente y no se aprecian diferencias en su trato a Cantabria. Creo que debemos mirar hacia dentro, hacer una introspección profunda y ver en qué nos hemos equivocado.
Los datos son elocuentes, el balance de cuarenta años no presenta dudas: Cantabria ha entrado en un periodo de decadencia, de pérdida de empuje y de capacidad creativa, pero lo que creo que es más grave: no somos conscientes de esta realidad…, o no deseamos enfrentarnos ante el espejo.
Ocultar la decadencia e insistir en que Cantabria parece un remedo del Cándido de Voltaire, el mejor de los mundos posibles, es un error. Es llegado el momento de que no solamente los gobernantes, sino la sociedad civil de nuestra región, se enfrente a los hechos y acuerde las medidas que permitan, si así los queremos, remediar este deslizamiento por la pendiente que conduce a la pobreza y la irrelevancia. Cuando se presenta un problema es preciso resolverlo, pero el primer paso consiste en asumir las premisas de la situación. En Cantabria tal parece que estemos ciegos a pesar de que la realidad se nos presenta en todos los sectores.
Es posible que la pérdida de pulso económico y social, al desarrollarse de manera lenta, no se perciba. Los datos, incontestables, de lo sucedido en los últimos cuarenta años deben despertarnos de ese ensueño de la Cantabria bucólica y hermosa. Basta con ver como las jóvenes generaciones, bien preparadas, deben buscar trabajo fuera de nuestra comunidad y como apenas generamos polos de atracción para nuevos talentos y, no digamos, para el emprendimiento.
El espíritu contemplativo de grupos sociales que ejercen una determinante influencia en la opinión pública y que no quieren enfrentarse a esta realidad de una comunidad que pierde año a año fuerza económica, es una de las raíces de la pérdida de empuje de nuestra tierra. La apuesta por el turismo, como elemento fundamental de nuestro desarrollo, no proporciona empleo de calidad de los jóvenes universitarios y el mantenimiento de nuestro paisaje tampoco resolverá la vida de las nuevas generaciones. Cantabria tomó el camino de buscar su futuro en una gran reserva ecológico-conservadora y el resultado está a la vista.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.