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Una de las pocas buenas noticias de estas semanas en Cantabria ha llegado de un estadio de fútbol. Tras varios años de grandes expectativas frustradas, el Racing vuelve a la categoría de plata. ¿Las claves? Un entrenador competente y una plantilla convencida y empeñada en ... cambiar la dinámica, con un trabajo duro, día tras día, y una gran afición.
Cuando uno mira los datos económicos de Cantabria dan ganas de echarse a llorar. Entre los últimos que nos ha proporcionado el Instituto Nacional de Estadística (INE) se encuentra el liderazgo en destrucción de empresas en febrero de este año. Frente a la tendencia positiva a nivel nacional, con un aumento del 5,1% en creación de empresas, Cantabria empeora los datos. Ninguna Comunidad presenta unos datos tan negativos como la nuestra, con un descenso del -43% con respecto al mismo mes del año anterior.
Más allá de los datos estadísticos, cada uno de nosotros tiene unos vecinos, unos familiares o unos amigos que padecen el deterioro económico de nuestra tierra. Esa es la realidad. Y quizá por eso es más admirable que en ese entorno, sin respaldo de las autoridades regionales, siga habiendo empresarios que sacan sus negocios adelante.
Soy optimista. Y lo soy porque creo que hay soluciones para salir del pozo. Que nadie espere milagros, pero sí aumentar la inversión en tecnología, en innovación o apostar por la transformación digital. Hace falta profesionalidad y hace falta constancia, pero lo podemos hacer estando cerca de las familias, de quienes crean empleo y si contamos con una estrategia, un proyecto, un equipo entregado a hacer de Cantabria un referente nacional y mundial.
Y no se trata solo de limitarse a inyectar un dinero que sale de nuestros bolsillos, sino de eliminar burocracia, reducir impuestos y facilitar trámites para quienes quieren sacar adelante un pequeño negocio. A veces basta con dar una oportunidad y facilitar el desarrollo de quienes apuestan por sacarle partido turístico a nuestros recursos naturales.
Tampoco supondría un mayor gasto el adaptar la formación de los jóvenes de Cantabria a las necesidades de las empresas. Una buena formación no es la que se queda anclada en las enseñanzas del siglo pasado, sino la que es capaz de adaptarse a la realidad. La sociedad, y con ella toda la economía, ha cambiado radicalmente en los últimos años. Y nuestra Universidad, nuestros centros de formación profesional, deben tener flexibilidad para saber adaptarse.
El repunte de Cantabria no vendrá de grandes pelotazos, sino de una estrategia industrial y tecnológica de futuro, que se proyecte a medio y largo plazo, no con planteamientos populistas que solo miran a las elecciones de dentro de cuatro años. Llevamos demasiados años en el pozo de la mediocridad, del que solo se sale con un plan claro y trabajo duro.
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