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¿Cómo es posible que una de las zonas más ricas de España esté a la cabeza del paro juvenil? ¿Por qué Andalucía está creciendo más que Cantabria? ¿Qué es lo que paraliza la economía de una región? Es duro ver cómo una de las ... zonas con más preparación y recursos de España continúa su retroceso, sin que sus autoridades muevan un dedo. Lo positivo es que las buenas prácticas de otras Comunidades nos permiten ver que hay esperanza.
Cuando se analiza la situación de la crisis a nivel nacional es evidente que la excusa del Covid no justifica el nivel de paralización de nuestra Comunidad. Sobre todo porque estamos en un proceso que viene de lejos. Cantabria, por desgracia, ya estaba en caída libre antes de la pandemia.
Desde mi trabajo en Madrid, en el Senado, he tenido la oportunidad de conocer a fondo las medidas políticas que animan la recuperación de otras Comunidades. En primer lugar veo con envidia sana cómo se potencia la actividad de empresarios y autónomos, con medidas concretas, con valentía y confianza en que son ellos los primeros interesados en no provocar contagios.
Partimos de una confianza en la iniciativa privada que no se da por parte de las autoridades regionales de Cantabria. Da la sensación de que quien tiene un negocio, quien intenta abrir su restaurante, es sospechoso de enriquecimiento. El foco se pone en controlar al máximo su actividad, en evitar que defraude. Y sí, se plantean ayudas por los cierres, pero eso es lo último que busca un empresario, forzado a un proceso de larga burocracia para obtener una ligera compensación a sus pérdidas.
Lo que necesita un empresario, de cualquier nivel, es un entorno de confianza para sacar adelante su negocio. Busca libertad, ese principio que irrita tanto a quienes insisten en controlar toda la actividad económica, reforzando las trabas burocráticas. Y es que uno de los sectores básicos de esta tierra, el Turismo, necesita libertad para salir adelante. Necesita la flexibilidad que prestan las nuevas plataformas para encontrar piso, los 'bed & breakfast' o los apartamento de vacaciones.
Necesitamos autoridades sin miedo a la libertad, sin miedo a la imaginación y la creatividad que aportan las nuevas tecnologías. Los emprendedores necesitan libertad para poder alquilar tablas de surf en el verano, para vender quesos artesanos el fin de semana, para ofrecer habitaciones de una casa rural durante periodos concretos o para crear nuevas rutas que valoricen nuestro patrimonio.
Cantabria es una Comunidad rica en recursos turísticos, rica en formación y capacitación. Tenemos todos los elementos para ofrecer un valor añadido de cultura, gastronomía y ocio. Pero necesitamos flexibilidad para que cada pequeño pueblo, cada vecino pueda adaptarlo a sus circunstancias, a sus posibilidades.
Como ingeniero de Telecomunicaciones y como representante de los cántabros en el Senado, un privilegio y un orgullo, me ocupo de las nuevas tecnologías. Estoy convencido de que el futuro de nuestra Comunidad pasa por estos nuevos medios. Tenemos todos los mimbres. Tan solo necesitamos un liderazgo político y no las ideas de tertulia de nuestro presidente, cuyo gran objetivo es entretener con sus ocurrencias a los espectadores del fin de semana.
Hay Comunidades que han apostado claramente por el empleo, por la creación de oportunidades y la libertad. Para hacerlo no solo es preciso tener buenas intenciones. Se requiere liderazgo político y profesionalidad. Se requiere valentía para eliminar trabas que paralizan la actividad económica de Cantabria y se requiere un esfuerzo conjunto con quienes crean empleo.
La gran diferencia es que en Cantabria parece que es el Gobierno regional el que determina qué gran empresa va a instalarse y crear miles de puestos de trabajo en el futuro. Llevamos años escuchando la misma promesa vacía. Y ese no es el camino. No va a venir un príncipe azul a salvarnos de la crisis. La solución no llegará con esa gran empresa que pueda revitalizar una zona determinada. La solución pasa por facilitar la vida a los emprendedores locales, que son quienes conocen el terreno, conocen a los proveedores y los potenciales clientes. La solución pasa por confiar en los propios ciudadanos y su capacidad para apostar por nuestra tierra.
Personalmente soy optimista. Pienso en las oportunidades que se abren con el teletrabajo en Cantabria. Tenemos cientos de pueblos pequeños que pueden cambiar radicalmente con una inversión en telecomunicaciones. Y sobre todo confío plenamente en los ciudadanos de Cantabria. Estoy convencido de que con el entorno adecuado, con un auténtico liderazgo, como ocurre en otras Comunidades, Cantabria va a salir adelante.
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