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Como cada tres años, la publicación de los resultados del Informe PISA reabre el debate sobre nuestro sistema educativo. Este año, no ha sido una excepción y los mediocres resultados obtenidos a nivel nacional y la mejora de los conseguidos en Cantabria, están suscitando interpretaciones ... diversas.
En primer lugar, creo que debe relativizarse el asunto. PISA sólo evalúa tres competencias (en España solo han sido dos por las anomalías detectadas en la prueba de comprensión lectora) de las muchas que marcan los currículos actuales. Además, tampoco valora aspectos esenciales de la formación como son las habilidades sociales, la creatividad, el espíritu crítico, etc. Dicho esto, hay consecuencias claras que podemos extraer del recién publicado Informe: a nivel global, se produce un retroceso general de las puntuaciones. De los 79 países evaluados, sólo siete mejoran (las variaciones de menos de 5 puntos, se consideran no significativas). En los primeros lugares existe un predomino de determinados países y regiones asiáticas, con China en primera posición. Hemos de tener en cuenta la imposibilidad de extrapolar los modelos de países con características culturales muy diferentes al nuestro. Incluso, en su propio país, el sistema educativo chino es objeto de fuertes críticas por la presión que sufren los escolares, al que se achaca producir «graduados con puntuaciones altas, habilidades bajas y salud débil».
A nivel nacional, también hay un descenso claro de los resultados y una correlación evidente entre el nivel socioeconómico de la Autonomía y sus resultados en PISA, de tal manera que el primer condicionante del progreso educativo tiene más que ver con el nivel de riqueza, el índice de exclusión social, la tasa de paro o el porcentaje de pobreza infantil, que con decisiones que la administración educativa de esa Autonomía pueda tomar. Pero, bajo esa perspectiva y la clara división que se produce entre las Comunidades ricas (las del norte), con buenos resultados –por encima de la media de la OCDE y con niveles comparables o incluso superiores a la de los países de nuestro entorno– y las pobres (las del sur), hay variaciones que llaman poderosamente la atención. La Comunidad de Madrid sufre un descenso vertiginoso. La autonomía que fue pionera en los recortes educativos desde 2010 y que peor gestionó en el terreno de la educación la recuperación económica, sufre un importante retroceso (casi 30 puntos menos en ciencias, el equivalente a un curso completo, y un descenso de 17 en matemáticas). La Comunidad de Madrid, ha destinado el aumento de presupuesto de los últimos años a aplicar numerosos complementos retributivos que dividen al profesorado. Madrid es quien menos invierte de España y quien más segrega a los más necesitados, según el propio Informe PISA
En este contexto, los resultados de Cantabria adquieren un mayor valor. Situarse entre las cuatro mejores autonomías de España, no hace sino confirmar que los índices de fracaso escolar o abandono temprano, también entre los mejores de España, son indicadores del buen estado de nuestro sistema educativo. Varias son las razones, pero una es esencial: el profesorado. Cantabria cuenta con un profesorado comprometido en una triple vertiente: comprometido con su alumnado; con su profesión y con la defensa del sistema público de enseñanza. Así se entiende la movilización que protagonizó junto con familias y estudiantes entre 2011 y 2015, en contra de los recortes y que posibilitó que las pérdidas fuesen menores que en otras Comunidades. Así se entiende también que las familias sean conscientes de este compromiso y elijan la enseñanza pública mayoritariamente.
Hay otros tres aspectos en los que Cantabria es pionera y que contribuyen a mejorar los resultados. Las aulas de dos años escolarizan este curso 3.228 niños y niñas (más del 78% de los nacidos en 2017). Son ya 15 años desde que empezaron a funcionar y, aún hoy, no hay ninguna otra Comunidad que pueda acercarse a este nivel de escolarización.
El calendario escolar pedagógico fue implantado en Cantabria en 2016, primera en hacerlo en nuestro país. Este curso, Asturias, Castilla-León y algunos centros de Navarra ya tienen un calendario con descansos en mitad de los trimestres. Cuando se realizaron las pruebas en las que se basa PISA (mayo de 2018), el alumnado de Cantabria acababa de incorporarse a clase, después de un descanso que se prolongó del 28 de abril al 6 de mayo. Los demás estudiantes habían vuelto de las vacaciones de Semana Santa entre el 2 y el 9 de abril, según los casos. Es evidente que nuestros alumnos realizaron los exámenes mucho más descansados. Pero caer en la autocomplacencia sería un grave error. Hay un Acuerdo por la Educación (único también en España), que hay que desarrollar, empezando por algunas medidas concretas que son urgentes: la primera, una adecuación retributiva del profesorado que responda a la necesaria revalorización social de la figura del docente. La bajada de ratios es otra medida imprescindible para mejorar la práctica educativa. El impulso a los proyectos de innovación que conllevan la necesaria actualización metodología y la disminución del número de repeticiones, «una medida ineficaz y socialmente injusta», son también necesarios para continuar con la mejora.
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