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La definición de isla es diáfana. No ofrece dudas. Según el criterio ortodoxo Cantabria no lo es, no puede ser una isla. Si el significado geográfico lo actualizamos y enriquecemos con conceptos diversos veremos que Cantabria es una isla dentro del mapa de las comunicaciones ... españolas. Un territorio sin conexión con el resto, alejado del corazón de España. El norte de España en general y Cantabria en particular han sido olvidados en los planes de desarrollo de infraestructuras. Se ha preterido la cornisa cantábrica respecto del litoral mediterráneo por diversas razones, algunas imputables a las regiones perjudicadas: La comunidad vasca tuvo una fuerte oposición a ese desarrollo en los planteamientos de ETA-HB y en Asturias lograron realizar una inversión gigantesca en la perforación de los túneles del puerto de Pajares que, tras años de problemas técnicos, siguen sin estar operativos. En el caso de Cantabria la causa es la de siempre: falta de reivindicación, dejadez y sumisión.
Lo cierto es que Cantabria hoy es una isla respecto del resto de España. Carecemos de una autovía directa con Burgos y Madrid. El ferrocarril es una antigualla digna de museo y el aeropuerto Seve Ballesteros, magnífico, está infrautilizado hasta el punto de perder el nivel de utilidad que tenía hace un par de años.
Los costes de esta insularidad son altos y se pagan cada mes. Es imprescindible entender que en el desarrollo el tiempo es un factor determinante: Cuando una gran parte de las capitales de provincia españolas cuenta con trenes AVE, autovías y aeropuertos, en Cantabria seguimos esperando acercarnos a esos niveles de movilidad. Naturalmente que el servicio aéreo mejorará, el AVE llegará al menos hasta Reinosa y la autovía Aguilar de Campoo-Burgos se construirá, pero estos años de aislamiento generan daños y pasan factura. Por esa razón Cantabria debe luchar para que este periodo de aislamiento no suponga un lastre para las próximas décadas.
Mientras seguimos a la espera del tren hasta Reinosa, la autovía a Burgos, etc. es necesario atenuar, el máximo posible, los daños de estos años de aislamiento. Es evidente que obras de tanto calado como el tren AVE o los kilómetros aun ni siquiera licitados de la conexión Aguilar de Campoo-Burgos no se ponen en servicio en un par de años. Por esa razón resulta obligado activar medidas que palíen esa desventaja hasta que Cantabria se integre en la España comunicada. Un primer elemento para mejorar la movilidad es el aeropuerto Seve Ballesteros. Hace unos años la conexión entre Santander y Madrid por vía aérea era buena: un avión de ida a la capital a primera hora de la mañana y otro de vuelta a la diez de la noche. Esto permitía aprovechar la jornada en Madrid sin pernoctar. El primer objetivo debe ser recuperar ese vuelo de manera inmediata.
A las carencias de frecuencias de vuelos a Madrid se suman las cancelaciones de viajes previstos, que debilitan la confianza en ese medio de transporte. Estas últimas semanas se han cancelado vuelos sin explicaciones racionales. Hasta que la región esté en igualdad de condiciones que el resto, la solución reside en aumentar las frecuencias y, sobre todo, abaratar el precio de los pasajes alcanzado acuerdos con las compañías aéreas para que el billete sea subvencionado y de esa manera se reduzca la brecha competitiva de Cantabria respecto de otras comunidades. Sí, ya sé que no se puede subvencionar con dinero público, pero también sé que hay manera de hacerlo como sucede en Canarias o mediante otros mecanismos.
Otra manera de minimizar el impacto negativo de nuestro aislamiento es mejorar el tren. Hoy en día consumir cuatro horas en un viaje de cuatrocientos kilómetros recuerda los trenes del siglo XIX. Pero mejorar la infraestructura llevará años. Mientras, es imprescindible que al menos los trenes con la meseta circulen con puntualidad y crezca la oferta para facilitar el viaje. El retraso en el viaje a Madrid por ferrocarril es frecuente y en muchas ocasiones carece de justificación plausible. Las demoras se deben a un material viejo, poco cuidado y a un cierto desprecio hacia las conexiones que carecen de AVE.
El tiempo que la región padezca este aislamiento es esencial para construir el futuro, porque el resto de las regiones siguen avanzando una vez lograda su conectividad. Tenemos que asumir que, en esta España autonómica, casi federal, la regiones compiten entre si para atraer inversiones, crear empleo y mejorar la calidad de vida de sus residentes.
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