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Las malas noticias han golpeado Cantabria como un temporal, casi como un tsunami y lo han hecho en unas pocas semanas, como si fuera el crescendo final de una canción. Hace pocos días, el abogado santanderino Calixto Alonso, el periodista Federico Lucendo y la ... musicóloga cubana Rosa Marquetti ofrecieron, en el Ateneo, una conferencia magistral sobre la música cubana, tan pegada a nuestra tierra, y por ello me ha venido a la mente este título de 'lágrimas negras', la canción, ya un clásico, compuesta por Miguel Matamoros que relata el llanto inconsolable de una mujer que ha perdido a su amor. Cantabria no llora a un amante infiel, pero las lágrimas negras no dejan de brotar porque las malas noticias se acumulan y ponen en peligro no ya el futuro, sino el presente mismo de los cántabros.
El dato de la evolución del empleo en el año 2019 ha sido un mazazo que parece despertarnos de una ensoñación, esa que se resume en la cantinela de 'Cantabria va bien'. El paro en el año pasado no solamente no se redujo, sino que aumentó. El argumento del incremento de la población activa no es, ni de lejos, eximente, porque lo cierto es que se percibe una parálisis inversora y una pérdida de competitividad que redunda en la falta de empleo.
La sanidad tampoco ha producido alegrías en los últimos doce meses: la tasa de demora en las intervenciones quirúrgicas no urgentes se disparó. Lo que muestra ese dato es que Cantabria lejos de mejorar en la atención sanitaria da pasos atrás. Las convocatorias de oposiciones y concursos –excusa esgrimida por el gobierno– estaban previstas con mucho tiempo de antelación y debieron tomarse medidas para evitar que la atención a los pacientes se resintiera. Desde algunos colectivos se incide en la necesidad de utilizar los quirófanos por las tardes para realizar más intervenciones. Otra solución podría ser la firma de convenios con la sanidad privada (el hospital de Mompía y otros) para que se atienda en ellos a pacientes de la Seguridad Social. Desde luego, es urgente que los responsables de la sanidad tomen medidas, para que los cántabros no tengan que esperar incluso más de un año para recibir el tratamiento preciso en algunas dolencias. Lo cierto es que el incremento del plazo para acceder a un tratamiento médico supone una pérdida de calidad asistencial para todos los residentes en Cantabria.
Y a esa serie de noticias negativas se suma una cuestión clave para los próximos años: la reforma del sistema de financiación de las comunidades autónomas. Los primeros pasos dados, en las conversaciones preliminares para la firma del nuevo marco de financiación, presentan un claro signo negativo. Las regiones del arco Mediterráneo han logrado que se ponga el foco en la fórmula de financiar en función de la población, en lugar del criterio actual, que contempla el coste real de los servicios, en función de la dispersión, la geografía, la tasa de envejecimiento etc. Este cambio de criterio puede suponer un duro golpe a los cántabros, porque la región recibirá menos dinero y, en consecuencia, habrá menos fondos para financiar servicios e inversiones. En esta negociación, que aun se encuentra en sus prolegómenos, nuestra región debe buscar alianzas para que sus planteamientos puedan ser tenidos en cuenta.
El bloqueo que Aragón ejerce sobre el bitrasvase del pantano del Ebro, para garantizar el abastecimiento de agua a Santander y a los municipios costeros, se mantiene firme. No es aceptable que el agua del Ebro, río que nace en Cantabria, que se embalsa en una parte sustancial en nuestro territorio, no pueda ser utilizado para nuestras necesidades. Conviene recordar que este litigio tiene en suspenso el plan general de ordenación urbana de Santander. Es llegado el momento de exigir una solución inmediata, máxime tras asistir estas semanas pasadas al desbordamiento del Ebro en diferentes puntos de su cauce, enviando miles de metros cúbicos de agua al mar, sin producir ningún beneficio ni a aragoneses ni a nadie. La noticia negativa de que Aragón sigue en su oposición y, lo que es realmente grave, que la confederación hidrográfica del Ebro no termine de autorizar el trasvase, supone otro obstáculo para que nuestra comunidad pueda desarrollar sus potenciales.
Las malas noticias parecen multiplicarse. A los datos negativos sobre el empleo, la amenaza de pérdida de ingresos del estado, el bloqueo en el trasvase y la incapacidad de nuestro sistema sanitario de atender con presteza a los pacientes se suma, como colofón, la eliminación de la línea de Ferri entre nuestro puerto e Irlanda. La compañía Brittany Ferries ha dejado ya de operar su buque en la línea con el puerto de Cork, porque los armadores han decidido trasladar el negocio al puerto de Bilbao. Este hecho, además de lo que supone de pérdida de tráficos y de puestos de trabajo para Santander, es una seria señal de alarma sobre el futuro del transporte marítimo entre Cantabria y el Reino Unido. La confirmación del 'Brexit' va a acarrear una serie de dificultades para quienes operan entre los dos países y a ello se une la fuerte competencia del puerto bilbaíno que siempre ha deseado operar con Gran Bretaña.
El llanto es lógico… pero estéril. Cantabria debe activar de inmediato todas sus capacidades, eliminar trabas y restricciones para que esta tierra recupere su dinamismo y ponga la vista en el futuro. Las malas noticias deben servir para activar los mecanismos que ahora están aletargados y aprender de los errores.
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