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La campaña electoral de las elecciones generales todavía no ha comenzado y ya han pasado por Cantabria tres de los cinco líderes nacionales. A lo ... mejor es que quieren cubrir el expediente en las plazas pequeñas, con menos de medio millón de personas en el censo electoral, antes de concentrarse en las comunidades y capitales más pobladas en los días previos a la cita con las urnas. O quizá es que esta comunidad es una de las que aparece señalada con signos de interrogación en los mapas estratégicos de los partidos porque la distribución de escaños está muy disputada. Cinco diputados y cuatro senadores no constituyen un gran botín, pero pueden ser decisivos en unas apretadas cuentas postelectorales.
Así que Pedro Sánchez ya ha estado en Cantabria dos veces, en la concurrida presentación de los principales candidatos a los comicios autonómicos y municipales y en la visita institucional a Torrelavega, ha enviado ya a un par de ministras y mandará más en las próximas semanas y hasta es posible que él mismo vuelva otra vez. Santiago Abascal colgó el 'no hay billetes' en el Palacio de Festivales, Pablo Casado llenó decorosamente la 'plaza roja' de Torrelavega y regresa en el arranque de campaña. Podemos todavía no tiene fecha para recibir a Pablo Iglesias, que tiene tantos partidarios como detractores en la guerra sin cuartel que arruina al partido. Tampoco Ciudadanos ha incluido de momento a Cantabria en la agenda de campaña de Albert Rivera, quizá porque maneje la expectativa más estable, que el escaño que ha tenido esta legislatura está razonablemente asegurado y que una segunda plaza queda muy lejos.
El poder de convocatoria de Abascal en Santander confirma el empuje de Vox, el partido que las últimas elecciones generales sumó en Cantabria 709 votos y que ahora puede superar los 40.000 que se calcula que costará un escaño del Congreso. No tiene todavía estructura de partido en la región ni presenta candidatos deslumbrantes, pero la marea fluye a su favor.
Al PP no le llega la camisa al cuerpo. En junio de 2016 contabilizó 140.000 votos y ahora podría permitirse perder casi un tercio de esa cifra, que ya es perder, y aún así volver a ganar en Cantabria con los dos diputados y tres senadores de las dos últimas legislaturas. El temor es que la sangría sea todavía mayor: que Vox se dispare en las urnas más de lo que le asignan las encuestas, por el efecto del voto oculto, y que tengan que descontar también algún trasvase a Ciudadanos y una cuota del electorado regionalista que ha apoyado al PP en anteriores comicios legislativos.
El PSOE hace un balance satisfactorio de la precampaña, de los 'viernes sociales' enfocados a funcionarios, pensionistas, parados veteranos o jóvenes aspirantes al empleo público, etc., y del beneficio que les aporta la dispersión del centro-derecha y de la feroz competencia de sus tres líderes, lo que distrae la atención del conflicto de Cataluña y las concesiones de Sánchez al independentismo que le ayudó a llegar a La Moncloa. Al menos hasta que ha salido a la palestra Miquel Iceta, cuyo supuesto patinazo al admitir la autodeterminación a medio plazo es más bien un guiño a los votantes del PSC, el partido que lidera, tan cercano al nacionalismo que a veces es difícil distinguir dónde está la frontera entre uno y otro.
Con todo, los adversarios del PSOE cántabro discuten su cálculo optimista de dos diputados y tres senadores. No creen que en Cantabria puedan crecer con respecto a los 80.000 votos contabilizados en las dos últimas generales, sólo con su esfuerzo movilizador, el 'Haz que pase', y con el declive de Podemos, cuando esta vez el PRC también compite en las urnas y no está dispuesto a prestarle votos, y cuando Ciudadanos también quiere presentarle batalla por el centro político
Frente al trasiego de los Pedro Sánchez, Pablo Casado, Santiago Abascal y los que vengan a Cantabria a alentar a sus partidos, el PRC tira del predicamento de Revilla, que también es un líder nacional, al menos en el plano mediático. Revilla, Mazón y los demás candidatos, todo el regionalismo está ya inmerso en una frenética movilización para lograr al menos un escaño en las generales que enfrentan por obligación, como preámbulo de las autonómicas que se proponen ganar en mayo. El reciente acto-mitin de promoción del tren rápido con Bilbao simboliza la esencia de su campaña: la reivindicación al Estado de la deuda histórica con Cantabria en materia de infraestructuras y financiación que el PRC promete ejercer en las Cortes sin la sumisión que los partidos nacionales imponen a sus parlamentarios.
Por lo demás, la conexión ferroviaria con la capital vasca en 40 minutos, frente a la antigualla lenta e infrautilizada de hoy en día, es realmente una buena iniciativa que debiera haber sido impulsada hace mucho tiempo. Como más vale tarde que nunca. el nuevo tren con Bilbao y el Corredor Atlántico merecen sobrevivir a la refriega electoral y generar a continuación un alto grado de consenso político que ayude a convertirlos cuanto antes en motores de progreso para Cantabria.
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