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Va siendo hora de tomarse Cantabria en serio. Están ocurriendo demasiadas cosas y demasiado importantes como para que nuestra comunidad siga instalada en la broma y la ocurrencia, en la agonía final de un largo ciclo de gobierno que ha agotado ya su recorrido. Cualquier ... persona que siga las noticias sabe que estamos en un tiempo de cambios acelerados, en España y en Europa, cambios que van a marcar las próximas décadas para bien de quienes los comprendan y los aprovechen, y para mal de quienes pretendan mantenerse al margen y seguir como si nada, haciendo lo de siempre, cerrando los ojos ante lo que ocurre y sin capacidad alguna para reaccionar con ambición y coraje.
La crisis económica, la pandemia del covid-19, los desafíos a la seguridad y el estallido social del mundo rural y el transporte han puesto al Gobierno de España ante sus propias debilidades de manera descarnada, para desgracia de todos. Nuestro desempleo, nuestras cuentas públicas y nuestros problemas estructurales crónicos se han agravado dramáticamente, nuestra posición estratégica se ha debilitado y nuestra dependencia energética se ha hecho ahora evidente porque hemos pasado más tiempo imaginando fantasías que ocupándonos de las realidades. El mundo rural lo sabe muy bien porque lo ha sufrido como nadie.
Tenemos un país gravemente fracturado, territorial, generacional y socialmente. Ocuparse de lo común ha caído en el desprestigio, las actitudes cívicas que hacen posible la convivencia y el progreso nacional han sido sustituidas por el egoísmo y por la absurda idea de que a cada uno le puede ir mejor abandonando lo de todos.
La alternativa nacional será muy pronto un Partido Popular renovado en las personas y en las ideas, y esa ha de ser también la alternativa en Cantabria. Las comunidades autónomas no van a sufrir todas de la misma manera: sufrirán más las que se encierran sobre sí mismas en lugar de abrirse al mundo, las que se acomodan en lugar de esforzarse, las que se anclan al pasado en lugar de modernizarse, las que renuncian a ser protagonistas del futuro. La historia y la cultura deben servir para impulsarse hacia delante, no como coartada para el inmovilismo.
Ante los cambios profundos que experimentamos hay que ofrecer políticas y actitudes distintas, no más victimismo, no la queja constante, ni la provocación que busca ocultar los errores, ni el personalismo histriónico que no es más que la cortina de humo de quien se sabe ya sin proyecto ni horizonte. Todo eso debemos echarlo cuanto antes al baúl de la historia si no queremos que Cantabria quede al margen de los grandes cambios que están teniendo lugar.
Cantabria necesita cambiar para avanzar, y lo necesita cuanto antes. Sin cambio no habrá progreso, sin cambio será imposible avanzar con los tiempos, sin cambio no será posible tomarse Cantabria en serio y aprovechar todas las oportunidades que se abren ante nosotros.
Ese cambio no es el que pretenden ni los radicalismos ni los populismos, ni de un lado ni de otro, porque lo que está ocurriendo va justamente en sentido contrario a ellos. No sirven las recetas del populismo, que manipula sentimientos y caricaturiza los problemas, que ofrece falsas soluciones a problemas mucho más complejos de lo que es capaz de entender y de reconocer. No sirven las del radicalismo, que enfrenta, divide y busca el choque permanente. Tampoco sirve entregarse a las modas de la corrección política, ni a la política sin valor y sin valores, ni aceptar pasivamente los dogmas de la cancelación, esa nueva censura contra la que hay que reaccionar sin miedo, con decisión. No sirve hacerse de lo último que llega sin pararse a pensar si lo último es mejor que lo que había, confundiendo lo nuevo con lo bueno.
Hay que volver a la buena política, la que funciona. La buena política existe para hacer posible la convivencia entre quienes pensamos cosas distintas pero estamos unidos por el amor común a nuestra tierra, por el deseo de progreso para nosotros mismos y para nuestras familias, y no queremos lograrlo a costa del de nadie sino junto a los demás. La buena política es responsabilidad y existe para recordarnos que podemos alcanzar siempre metas más altas uniendo nuestro esfuerzo a favor de un objetivo compartido, para hacernos mejores, para hacernos más fuertes.
Es cuestión de tiempo que los españoles vuelvan la espalda a un Gobierno peleado con lo que España necesita. Y es cuestión de tiempo que los cántabros otorguen su confianza a un nuevo proyecto reformista y modernizador, cargado de energía y de propuestas nuevas, un nuevo proyecto de un nuevo Partido Popular. Estamos preparados para dar ese nuevo impulso y poner a Cantabria a la altura de la nueva Europa, preparados para tomarnos Cantabria en serio.
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