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La relación de la humanidad con la evolución de las estaciones es consustancial con la actividad. La adaptación a los cambios, un elemento esencial para la supervivencia. En las sociedades primitivas el calendario era la ley absoluta, el paso de una estación a otra obligaba ... a modificar las tareas para prevenir el futuro inmediato. Desde que los hombres domesticaron la naturaleza con la agricultura y el pastoreo el verano era, y sigue siendo, el tiempo de la recolección, de cosechar los cereales, almacenar pasto para los animales y llenar las despensas para superar las carencias del invierno.
Con la irrupción de la mecanización y la tecnología los cambios han sido muy profundos, pero finalmente conducen a la misma situación: el verano es momento de cosechar, no sólo los frutos de la tierra –ahora menos importantes–, sino el dinero de los turistas. Cantabria depende, en un elevado porcentaje, de la recaudación estival.
Un buen verano es aquel que ha proporcionado buenas cajas a bares, restaurantes, hoteles, casas rurales, transportistas, etc. Una cosecha que aliviará las estrecheces del largo invierno.
Un clásico para los cántabros y los santanderinos en particular es la conversación sobre cuándo comienza el verano y en qué fecha se cierra la temporada. La extensa tradición oral afirma que el verano se inicia cuando Pamplona finaliza los sanfermines. Para otros, más pegados al calendario local, el verano abre sus puertas con las fiestas de la Virgen del Carmen. El verano cultural cántabro tiene otro calendario, rebosante de citas importantes. La apertura es musical: el concierto que abre la programación de Música y Academia, organizado por Paloma O'Shea, que concita a jóvenes talentos de diferentes instrumentos junto a maestros de prestigio internacional que imparten lecciones magistrales.
Este año 'Música y Academia' celebra su XXI edición, que acredita una larga trayectoria, un prestigio internacional y un referente musical a nivel europeo. Los conciertos y las clases magistrales se iniciaron con un concierto de la orquesta Freixenet, formada por jóvenes valores procedentes de todo el mundo. El apoyo que presta Paloma O'Shea a la formación de los jóvenes músicos es extraordinario y los frutos de ese trabajo están a la vista: el nivel de los diferentes interpretes españoles ya está a la altura de los países con mejor tradición musical. Música y Academia tiene la virtud de difundir, por las diferentes localidades de la región, el talento de quienes están llamados a ser los futuros virtuosos.
La oferta cultural del verano cántabro es extensa y variada. Desde los grandes nombres de solistas y grupos populares con actuaciones por toda Cantabria, hasta las exposiciones del Centro Botín, Las naves de Gamazo, Los Martes Literarios… A lo que se unen los cursos de verano de la UIMP y de la Universidad de Cantabria. Es más, en muchos rincones de Cantabria aparecen opciones de gran interés: la programación de exposiciones y conciertos en Comillas, los cursos del ayuntamiento de Noja sobre la España americana, la actividad de la Torre de don Borja, en Santillana del Mar y, cómo no, el museo Altamira con la reproducción de la sala de las pinturas. El verano en Cantabria se ofrece de forma irresistible: tiempo agradable, sol, playa, montaña, excelente gastronomía, cultura de primer nivel… La única objeción no es otra que ese verano es corto, demasiado corto.
Todos los gobiernos regionales, de diferentes colores, y los diferentes municipios de Cantabria coinciden en la necesidad de prolongar la temporada estival. Las seis semanas que comprenden desde mitad de julio hasta finales de agosto suponen una buena inyección de dinero y empleo… Pero no es suficiente. Uno de los retos que debe afrontar nuestra tierra es extender el verano: que Cantabria esté llena desde finales de junio hasta final de septiembre. Lograr esa meta no es tarea sencilla y la prueba es que hasta ahora no se ha conseguido. Una manera de iniciar el proceso debe basarse precisamente en la programación cultural: el verano se puede estirar si se utiliza la palanca de eventos culturales de primer nivel. La forma de alcanzar un verano de tres meses, frente al mes y medio actual, debe comenzar por ubicar citas importantes en la primera quincena de julio y septiembre. La iniciativa debe encabezarla el sector público y para ello bien podría moverse el calendario para que uno de los grandes atractivos, como el FIS, lleve parte de su programación a los primeros días de septiembre. Santander bien puede potenciar la fiesta de San Emeterio y San Celedonio para organizar eventos atractivos en los primeros días de septiembre. Trasladar esta filosofía al resto de municipios será una potente palanca para conseguir un verano de tres meses.
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