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Cuando uno lee que Cantabria fue en 2020 la autonomía donde más cayó la licitación oficial de obras (un 61% de descalabro, frente a una media interautonómica de un 16%), tiende a creer que epidemias ha habido más que una y que no tenemos ni ... vacunas ni anticuerpos contra ellas. Pues el anticuerpo, es decir, la reacción crítica, nos escasea. Y la vacuna, que sería dar a entender que la próxima vez los votos pueden ser muy otros, escasea todavía más.
Acaso se pudiera hacer un 'cantabriagrama' que fuera sintetizando algo así como el índice de vitalidad de la comunidad. Ya se hace algo en relación con las actividades económicas, pero estoy pensando en un indicador que agrupase y sopesara más elementos, como la sociedad, la política, la cultura y hasta el deporte y el buen tiempo. Todo ello difícil a veces de cuantificar, y no digamos conjuntamente, pero habría que evaluarlo aunque solo fuese en aproximación. La gráfica resultante de la batidora nos mostraría algo más importante que el producto interior bruto o el nivel de paro: ese algo que da a una comunidad el tono vital y energía para acometer el futuro inmediato.
Porque no hay obras, pero tampoco la cifra de negocio industrial ha evolucionado felizmente: el dato va mal desde febrero de 2019 y, claro, el coronavirus no ha servido para mejorarlo. El producto interior bruto de la industria empezó a finales de 2018 a frenar bruscamente su crecimiento y luego ha sido irregular, con frecuentes trimestres en negativo. Es natural concluir que, si las obras y la industria flojean, y turismo y servicios se ven afectados por las restricciones de la pandemia, la situación se torna desagradable.
La vacuna misma es un plof tras otro. Sí, plof, que viene en el diccionario de la Academia como onomatopeya, y que admite un uso metafórico para la depresión del ánimo. Primero no se vacunó, después se vacunó poco, más tarde se vacunó a triscapellejo; vacuna bien y no mires a quién, que diría el cómico. Luego, Bruselas no nos podía garantizar el suministro para tener un verano tranquilo. Después, que no se vacune con la de Oxford al personal con más riesgo mortal, los mayores de 65 años. Ahora ya le hacen ojitos a la vacuna rusa. Se presume de que podemos poner 4.000 chutes al día, si nos llegan los viales. Indudablemente se acelerarán entregas a partir de marzo, pero la logística para una acción masiva y rápida está por descubrir. Es un plof porque, frente a la ilusión inicial de un verano relativamente protegido, nadie garantiza hoy ni siquiera que para finales de septiembre esté inmunizado el 70% de la población, umbral del optimismo. En el Reino Unido ya han recibido la primera inyección 10 millones de personas. Aquí casi todas las noticias al respecto son un poco escabrosas e incluso han producido dimisiones y quejas.
Por otro lado, entrarían en el 'cantabriagrama' algunas noticias positivas, como el anuncio de financiación para el centro de terapia de protones en Valdecilla. Ese es, sin duda, un paso en la buena dirección. En general, vemos cómo se va configurando un peso cada vez mayor de Santander en la evolución de la comunidad autónoma. Con un hospital nuevo y con tecnologías punteras, más los centros de investigación biomédica, más todas las instalaciones culturales en ciernes (proyecto Pereda, rama del Reina Sofía, Mupac, nuevo MAS, galería para la colección Enaire en Gamazo), se va configurando un área metropolitana de creciente interés y peso que tira del 'cantabriagrama' hacia arriba. Por otro lado, los problemas de otras comarcas y la incertidumbre sobre la Cantabria vaciada operan en sentido contrario. El indicador de ello es la fauna salvaje. Si prolifera el jabalí por las carreteras y el lobo ataca junto a núcleos como Cabezón de la Sal, hay que tomar nota de que son signos del desierto verde del que bajan.
El 'cantabriagrama' tiene más cosas, desde luego. Podemos hablar del miedo, patente en el crecimiento de los depósitos en los bancos y en una menor frecuentación de los hospitales. O de la ilusión que nos ha proporcionado el buen desempeño de los 'hispanos' de balonmano en Egipto, con tres cántabros en papeles sobresalientes. Mientras, se siguen publicando libros de autor local, los artistas no han dejado de producir obras y la creatividad solo está esperando a una mayor relajación pandémica para eclosionar. El sistema escolar, que podría hundir él solo el 'cantabriagrama' si el virus se descontrolara en las aulas, lo está llevando, sin embargo, con bastante orden hasta la fecha.
Así pues, en las facultades y/o escuelas se animan a hacer un grupo para estudiar el índice de vitalidad colectiva y pasar del economicismo a la psicología social coherentemente medida, ahí dejo el reto. Para alguna tesis doctoral ya daría, como matemática aplicada a la historia. La sociología de la felicidad tiene que ser, sin duda, la rama más interesante de las ciencias humanas. Aunque ya sabe lo que decía Nietzsche: es falso que el ser humano busque la felicidad; eso solo ocurre entre los ingleses. Igual por eso ya han vacunado a 10 millones.
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