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Parece un chiste malo, pero hay ministros que abren la boca y sube el pan. Literalmente, incluso. O si no, que le pregunten a Ione Belarra, que seguramente jamás hubiera imaginado que gobernar para todos es mucho más difícil que oponerse al que manda. Aunque, ... eso sí, todavía está por ver quién manda, si el poder político o el económico.
El choque de trenes entre ambos lo hemos visto esta semana, cuando a la ministra se le ocurrió tildar al presidente de Mercadona de «capitalista salvaje». Vaya. Y vaya usted a saber qué entendió el señor Roig que le estaba llamando para ofenderse tanto. Y vete a saber cómo se le ocurrió a Belarre concretar un ataque en una persona concreta, con lo mal que solemos tomarnos todos que te señalen con el dedo.
Ahora ya, lo que le dijo... Desde luego que no tiene que ser plato de gusto que te llamen capitalista salvaje, que suena a novela de Charles Dickens, con fábricas humeando, obreros en harapos y niños famélicos mendigando. O sea, que falló la corrección política, pero si el propio presidente de Mercadona se defendió diciendo que «como empresarios o somos todos capitalistas despiadados o no somos ninguno», poca defensa tiene el gremio, la verdad.
A ver, que una cosa es la corrección política y otra que seamos tontos de remate. Que los precios suben lo vemos todos, y tampoco vamos a aplaudir a los que se están aprovechando, que son, exactamente, aquellos que nunca pierden.
Lo que pasa es que a mí, personalmente, me cuesta mucho enfadarme con el presidente de la empresa que me vende los mejores gambones y el mosto Yemavin. Ahora, Juan, como vuelvas a subirme los helados de mochi... ¡entonces sí que te declaro la guerra!
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